La guerra comercial era ”inevitable” porque al auge tecnológico chino amenaza la hegemonía de Estados Unidos. No es un juicio que merezca aplausos por su afilada sagacidad porque es cristalino que detrás de la escalada arancelaria y el desequilibrio de la balanza comercial late un asunto mucho mayor. Pero tiene el valor añadido de su emisor. Es Ren Zhengfei, fundador y patriarca de Huawei, la compañía que epitomiza la pujanza tecnológica china y que está coleccionando las bofetadas de Washington.

Lo ha dicho con tono severo en la televisión pública china: “Lo hemos sacrificado todo, a nosotros y a nuestras familias, para conseguir un objetivo, para estar en la cima del mundo. Y para alcanzarla, antes o después, habría un conflicto con Estados Unidos”.

En tiempos difíciles se necesita que los líderes insuflen moral a las tropas y Ren, a sus 74 años, ha superado su inveterada aversión a los focos. Ha sido su segunda entrevista en tres días tras una vida a la sombra. Su mensaje ha resonado sin rastro de las dudas que se le suponen al que ve su obra vital ante un horizonte sombrío. “Las redes 5G de Huawei no quedarán afectadas en absoluto. En esa tecnología, nuestros competidores serán incapaces de alcanzarnos en los dos o tres próximos años”, ha sentado. Su juicio es compartido por los analistas.

PRESUNTA EMERGENCIA

Donald Trump se agarró la semana pasada a una presunta emergencia de seguridad nacional para dictar una directiva presidencial que empujaba a Huawei a la lista negra. Las compañías estadounidenses no pueden venderle su tecnología sin el expreso permiso gubernamental. Google ya ha retirado su sistema Android de los teléfonos Huawei, dejando a sus millones de usuarios en la incertidumbre, y fabricantes de chips y semiconductores como Intel, Qualcomm, Xilinx y Broadcom ya han comunicado que no continuarán con uno de sus mayores y más fieles clientes. Huawei destina cada año 11 mil millones de dólares a la compra de componentes estadounidenses, según el diario japonés Nikkei Business Daily. No es extraño que las embestidas de Trump aflijan a Sillicon Valley.

Ren también ha expresado su “agradecimiento” a las compañías tecnológicas como IBM, de donde provienen muchos de los consultores y expertos actuales de Huawei. “La culpa es de los políticos de Estados Unidos, no de sus empresarios”, ha aclarado.

MORATORIA DESPRECIADA

Washington aprobó el lunes una moratoria de 90 días con tintes misericordiosos. Ren la ha despreciado como irrelevante porque su compañía intuyó años atrás el escenario y se ha esforzado en la autosuficiencia. Sostiene Huawei que su filial HiSilicon elabora unos semiconductores y chips similares a los estadounidenses que permiten el funcionamiento sin interrupciones de la matriz. “Las acciones de los políticos estadounidenses infravaloran nuestra fuerza”, ha sentado Ren. El sábado ya había explicado a la prensa japonesa que Huawei estaba preparada para cualquier imprevisto y que en ningún caso cambiará la gestión de su compañía ni aceptará la supervisión estadounidense como hizo la tecnológica china ZTE.

Aquel caso es el embrión de lo que ocurre ahora: Washington aludió a una supuesta violación del embargo a Irán para prohibir a sus compañías que le vendieran los imprescindibles chips. ZTE se deslizaba hacia la quiebra cuando un encuentro de Xi Jinping y Trump aceitó el levantamiento de las sanciones a cambio de que la compañía transigiera con dolorosas y humillantes cesiones de su soberanía. Con otra reunión presidencial en ciernes, prevista para fin de mes en la cumbre del G-20 en Japón, muchos habían especulado con otro enjuague similar. Eso no ocurrirá, ha prometido Ren.

También coincide el fundador de Huawei con los analistas en el pesimismo. Sobre cuándo terminará el conflicto, sostiene, “habrá que preguntarle a Trump, no a mí”, ha afirmado.