L a partida empezó en el año 1999, en enero, días después de que once países de la Unión Europea —entre los cuales estaba España— crearan el euro. Nacía la moneda única y el banquero cántabro Emilio Botín sacudía las entrañas del sistema financiero al anunciar por sorpresa la fusión de la entidad que presidía, el Santander, con el Central Hispano. Era la primera gran integración de la Europa del euro, que creó el mayor banco de España y el décimo de Europa con unos activos superiores a 240.000 millones de euros.

Menos de dos semanas después, el 28 de enero de ese mismo año, Isidre Fainé se convertía en el director general de La Caixa, en sustitución de Josep Vilarasau, que sucedía a su vez en la presidencia de la caja a Juan Antonio Samaranch. Otro relevo significativo se produjo más adelante cuando Josep Oliu asumió la presidencia de Banco Sabadell y relevó a Joan Corominas. Sucedía en diciembre del 1999, en el último mes de un año en el que también se produjo la segunda fusión de gran calado de la era del euro, la del BBV y Argentaria que dio lugar al BBVA, el segundo banco de España por activos y el decimoséptimo de Europa.

Hoy, 21 años después, otra operación vuelve a agitar el sistema financiero, la integración de CaixaBank y Bankia, que si sale adelante supondrá la creación del primer banco por activos en España, con más de 620.000 millones, y el tercero, por detrás del Santander y el BBVA, si se incluyen también los negocios en el extranjero.

La fusión guarda algunos parecidos razonables con la protagonizada por el Santander y el Central Hispano y también puede precipitar movimientos posteriores con el Banco Sabadell en el centro de las miradas. El banco catalán podría anunciar la segunda gran fusión este mismo año, como ya hicieron BBV y Argentaria en 1999 al seguir la estela de Botín y unirse en BBVA pocos meses después de la creación del Santander Central Hispano (SCH).

Detrás de la unión de CaixaBank y Bankia, impulsada por Isidre Fainé (presidente de la Fundación Bancaria La Caixa, el mayor accionista de CaixaBank), están también José Ignacio Goirigolzarri (presidente de Bankia) y Gonzalo Gortázar (consejero delegado de CaixaBank). En el caso de SCH los grandes nombres eran Emilio Botín (Santander) y José María Amusátegui (BCH), acompañados de Ángel Corcóstegui (BCH) y Matías Rodríguez Inciarte (Santander). Los cuatro tutelaron la entidad resultante, que tuvo dos copresidentes, Botín y Amusátegui, hasta que el cántabro se quedó en solitario en la presidencia con Corcóstegui como número dos.

Aunque la creación de SCH se presentó como una fusión entre iguales, el Santander absorbió al Central Hispano, igual que sucede ahora con Bankia, que en la práctica sería comprada por CaixaBank pese a anunciarse como una integración. Botín pagó la absorción con un intercambio de acciones, sin dinero en metálico, y por cada cinco títulos del BCH dio tres del Santander. Los accionistas de este controlaron más del 69% del banco resultante, frente al 36% de los del BCH.

CaixaBank también sigue hoy esta estrategia, sumándose a la ola de fusiones sin pago en efectivo. Actúa así porque para abonar en metálico la compra de Bankia tendría que pedir el dinero a los mercados, a través de una ampliación de capital, en un momento en que muy pocos invierten en bancos por su baja rentabilidad y con un movimiento que diluiría la participación de los accionistas actuales de CaixaBank. Opta, en cambio, por un intercambio accionarial que todavía debe perfilarse. Algunas estimaciones apuntan a que se pueda entregar un título de CaixaBank por cada dos o tres del banco controlado por el estado. La ecuación de canje exacta surgirá de aplicar una prima sobre la cotización de Bankia previa al anuncio de la fusión que pagará CaixaBank y servirá para determinar qué participación tiene cada entidad en el grupo.