Tras el fiasco de hace unos meses, provocado por la negativa del gobierno francés, en el intento de fusión entre la Alianza Renault-Nissan-Mitsubishi y Fiat-Chrysler, el grupo automovilístico italo-norteamericano ha conseguido finalmente amarrar en otro puerto apetecible: el del Grupo PSA (Peugeot, Opel, Citroën y DS).

Unas negociones rápidas y discretas, unidas a la bendición del gobierno francés han desembocado en el OK para el inicio de una fusión entre FCA y PSA. Con ello, la unión colocará a la nueva multinacional como cuarto fabricante mundial con unas ventas anuales de unos 8,7 millones de vehículos.

La nueva compañía que nazca de esta fusión contará con unos ingresos combinados de casi 170.000 millones de euros y ganancias operativas recurrentes de más de 11.000 millones de euros, sobre una base agregada simple de los resultados de 2018, excluyendo Magneti Marelli y Faurecia. La estimación que se hace desde los dos grupos es que el 80 % de las sinergias se lograrán después de cuatro años y el coste para ello se estima en 2.800 millones de euros.

La nueva compañía tendría en cuenta los márgenes más altos en los mercados donde operaría, en base a la fortaleza de FCA en Estados Unidos (una plaza anhelada por Carlos Tavares para el Grupo PSA desde hace años) y América Latina, y del Grupo PSA en Europa. También será interesante ver en esta fusión la adaptación de sinergias anuales proyectadas, que se estiman en aproximadamente 3,7 mil millones de euros, y todo ello sin tener que afrontar cierre de plantas como resultado de la transacción.

El ministro de economía francés, Bruno Le Maire, señaló ayer la importancia de este acuerdo entre dos gigantes del sector: «Esta operación responde a la necesidad del sector automovilístico de consolidarse para afrontar los desafíos de la movilidad del futuro. Permitirá la creación del cuarto grupo automovilístico mundial».

El estado francés posee a través del BPI un 12,4 % del accionariado de PSA, y su visto bueno a la operación pasa por vigilar que las negociaciones no afecten a su implantación industrial y al proyecto de creación de una filial europea de baterías eléctricas.

SEDE EN HOLANDA / Tras la integración de los dos grupos, la compañía tendrá domicilio en Holanda y cotizará en la bolsa Euronext de París, la Bolsa de Valores italiana (Milán) y la Bolsa de Valores de Nueva York, y seguiría manteniendo presencias significativas en las sedes centrales actuales en Francia, Italia y Estados Unidos. La presidencia de la empresa, con un reparto accionarial de 50/50, recaería en John Elkann (actual presidente de FCA) y el consejero delegado sería Carlos Tavares (presidente de PSA).

Para Tavares, «esta convergencia aporta un valor significativo a todas las partes interesadas y abre un futuro brillante para la Empresa resultante de la fusión. Estoy satisfecho del trabajo realizado hasta ahora con Mike (Manley, CEO e FCA) y estaré muy feliz de trabajar con él para construir juntos una gran compañía», señaló el presidente del grupo franco-alemán y presidente también de la Asociación de Constructores Europeos (ACEA).

Por su parte, el artífice de la negociación por parte de FCA, Mike Manley, destacó estar «encantado por la oportunidad de trabajar con Carlos y su equipo en esta fusión que puede potencialmente cambiar el sector».