Nada de fusiones. El presidente de CaixaBank, Jordi Gual, fue tajante ayer sobre la participación de la entidad en posibles integraciones en el sector bancario: «Las distracciones de las fusiones no nos interesan», sentenció durante la presentación de los resultados del 2019. CaixaBank, dijo, tiene el tamaño, diversificación de negocios y presencia territorial que le permiten «competir en el cambiante negocio bancario» como prevé su plan estratégico.

A su vez, la entidad pronostica que los tipos de interés se mantendrán planos al menos hasta mediados del 2021. Destacó que el grupo trabaja con esa hipótesis y que cuenta con un potente negocio de seguros o fondos de pensiones e inversión que «permiten navegar en este horizonte». El consejero delegado, Gonzalo Gortázar, recordó que solo se cobran los depósitos a los grandes clientes y que no piensan hacerlo a los clientes particulares.

El grupo tuvo el año pasado un beneficio atribuido de 1.705 millones de euros, lo que supuso un 14,1% menos que un año antes, como consecuencia de los costes por el expediente de regulación (ERE) de 2.023 empleos pactado con los sindicatos en el segundo trimestre del 2019. Sin el efecto de los 978 millones brutos del ERE, el resultado fue de 2.390 millones, un 20,4% mayor respecto al ejercicio anterior, y el rendimiento sobre los activos tangibles (ROTE), que fue del 7,7%, se eleva al 10,8%.

Gual destacó los resultados obtenidos en una etapa en la que el sector bancario lucha con «un fuerte viento de cara». Pese a ello, CaixaBank siguió reforzando su «liderazgo en banca comercial en España». Destaca que alcanzó el 27,1% de todas las nóminas domiciliadas en España.

Gortázar resaltó la combinación de tres factores: el «fuerte crecimiento del volumen de negocio», con el 4,7%, en un año de «profunda transformación del grupo» tanto a nivel de red como de relación digital y «la mejora de la fortaleza y calidad del balance».