Tras dos días de silencio, Moscú ha reaccionado por vez primera a las revelaciones difundidas por varios medios europeos, entre ellos los diarios del Grupo Zeta, de que centenares de miles de millones de euros de origen sospechoso fueron blanqueados por importantes personalidades y hombres de negocios de Rusia en diferentes países europeos, incluyendo España, durante el último decenio. Y lo ha hecho encogiéndose de hombros y derivando a otras instituciones las posibles responsabilidades que pudieran derivarse de las informaciones. El asunto «no figura en el orden del día del Kremlin», según ha declarado el portavoz presidencia, Dmitri Peskov, a la publicación on line RBK.

«Contamos con un departamento fiscal, con inteligencia financiera, que tiene todos los poderes necesarios para monitorear las actividades financieras de las instituciones en este sector de la economía», se ha limitado a recordar el portavoz presidencial. Las informaciones implican a importantes personajes del mundo político y económico de Rusia, entre ellos a Serguéi Roldugin, violonchelista y padrino de una de las hijas del presidente Vladímir Putin, a Vladímir Artyakov, exgobernador de la región de Samara y uno de los pesos pesados de Rostec, un conglomerado gigante de empresas de defensa y tecnología, así como a Ruben Vardanyan, un empresario de origen armenio con buena reputación hasta hace poco.

Cuando han transcurrido ya más de 48 horas de su difusión, la reacción de la opinión pública en Rusia a las investigaciones se divide en dos bloques: por un lado los medios oficiales, incluyendo las televisiones estatales y los periódicos progubernamentales, que han ignorado casi por completo las acusaciones, y por otro los medios de corte liberal, que han dedicado amplios espacios al asunto y haciendo especial hincapié en sus implicaciones para el bolsillo de todos los rusos. En los debates de la emisora Eco de Moscú se comentaban en tono jocoso las palabras de Vardanyan, director y accionista principal del banco de inversión Troika Dialog quien, para defenderse de las acusaciones, dijo que era «un conformista» y no «un revolucionario» en la Rusia actual. En una pieza de opinión publicada por el rotativo Vedomosti, la columnista Maria Zhelesnova ha destacado que la «ausencia» de una «reacción» de la comunidad empresarial rusa «habla de manera más elocuente acerca de la situación en Rusia.