La nueva presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, ve con temor la prolongación de la política de tipos de interés muy bajos. Así lo advirtió ayer en su primera comparecencia ante el pleno del Parlamento Europeo en Estrasburgo, desde donde avisó del riesgo de que los efectos secundarios de su política monetaria acomodaticia aumenten si esta se mantiene durante mucho tiempo.

«Cuanto más tiempo se mantengan nuestras medidas acomodaticias, mayor (es) el riesgo de que los efectos secundarios se hagan más pronunciados», dijo. Ante esa problemática, instó a los países a usar su política fiscal para dar cuerda a reformas que permitan impulsar el crecimiento.

La jefa del instituto emisor europeo aseguró que son «totalmente conscientes» de que la política de bajos tipos de interés impulsada hasta ahora por el BCE influye sobre los ingresos por ahorros, la valoración de los activos, la toma de riesgo por parte de los inversores y los precios de la vivienda. En este sentido, afirmó que el BCE «vigila de cerca los posibles efectos negativos para asegurar que no pesan más que el impacto positivo» que tienen estas medidas sobre las condiciones de los créditos, la creación de empleo y los salarios.

Sin embargo, Lagarde incidió en que la política monetaria no puede ser el único factor en juego a la hora de apoyar la economía de la Eurozona, por lo que «otras áreas políticas -sobre todo las políticas fiscales y estructurales- también tienen que hacer su parte». En su comparecencia, la dirigente argumentó que en un entorno de bajos tipos de interés, la política fiscal puede ser «muy efectiva» y «puede apoyar el crecimiento del área del euro, lo que a su vez aumenta la presión sobre los precios y al final lleva a mayores tipos de interés».

Lagarde defendió, en todo caso, el efecto positivo de la política monetaria expansiva adoptada por el BCE desde el 2014. Impulsada por su anterior presidente, Mario Draghi, esta medida ha consistido en mantener una política de tipos negativos, compras de activos, directrices sobre la evolución de los tipos a futuro y una serie de operaciones de préstamo. Según el propio boletín económico del BCE, esa decisión de rebajar los tipos de interés ha perjudicado a los bancos, por un lado, y ha beneficiado a las administraciones públicas y a las empresas no financieras, por el otro. A escala europea, el gesto impulsado por Draghi y seguido ahora por Lagarde de inundar los mercados de liquidez ha generado grandes ahorros para países endeudados como Grecia, Chipre e Italia. Por el contrario, ha contado con la ferviente oposición de países como Alemania, más proclives a invertir en productos financieros conservadores como depósitos de vida o seguros de jubilación.

Desde Estrasburgo, Lagarde aseguró que estos estímulos han permitido tener condiciones favorables de financiación y, más recientemente, han protegido a la Eurozona de las adversas condiciones globales, al tiempo que han ayudado a reducir el paro (que se encuentra en el 7,4 %, su mínimo desde mayo de 2008) y a aumentar los salarios (que crecieron un 2,5 % de media en los últimos nueve meses de 2019).

En su última reunión del pasado 23 de enero el consejo de gobierno del BCE decidió mantener los tipos de interés a los que presta a los bancos en el 0 % y las tasas que les cobra por exceso de reservas en el -0,50 % y anunció que seguirían en estos niveles hasta que la inflación se acerque a una cota próxima, aunque inferior, al 2 %.