Christine Lagarde (París, 1956) sucederá al italiano Mario Draghi como presidenta del Banco Central Europeo (BCE) el próximo 1 de noviembre. La francesa salió airosa ayer de su examen ante la Comisión de Asuntos Económicos de la Eurocámara, que recomendó la aprobación de su nombramiento.

Durante la audiencia, de casi tres horas, Lagarde ofreció una visión continuista de la política monetaria, pidió agilidad para actuar y urgió a los países que tienen margen presupuestario a multiplicar el gasto y al resto, a completar las reformas estructurales pendientes.

«Los desafíos que justifican la política actual del BCE no han desaparecido», justificó la candidata a presidir el eurobanco en relación a los nubarrones económicos o los riesgos a corto plazo a los que se enfrenta la zona euro en materia de cambio climático, nuevas tecnologías o la fragmentación del orden multilateral por las guerras comerciales.

«Estoy de acuerdo con la opinión del consejo de gobierno de que una política altamente acomodaticia está justificada durante un periodo prolongado de tiempo para conseguir que la inflación se sitúe por debajo pero cerca del 2%», defendióante una situación de inflación persistentemente baja.

Dicho llanamente, Lagarde seguirá aplicando el arsenal de estímulos monetarios puestos en marcha bajo el mandato de Mario Dragui pese a las dudas expresadas por halcones como el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann.

CAMBIO CLIMÁTICO / La exdirectora gerente del Fondo Monetario Internacional entiende que el impacto de las políticas no convencionales sigue siendo positivo, aunque admitió que habrá que mantenerse vigilante ante «los efectos negativos y secundarios» de esta estrategia de estímulos en un entorno global de bajos tipos de interés, con nuevos retos mundiales y una economía de la Eurozona en desaceleración.

Durante la audiencia, la candidata no se posicionó sobre posibles nuevos e innovadores instrumentos que podría utilizar el BCE para mantener la estabilidad monetaria aunque se mostró favorable a una revisión del marco monetario en coordinación con instituciones de todo el mundo y a dar prioridad al cambio climático.

«Hay que tener presente que hay un fondo de pensiones en el BCE que puede tomar decisiones de dónde invierte. El BCE no puede invertir solo en bonos verdes porque no hay un mercado suficiente pero si vemos señales de que está aumentando, lo tenemos que observar», asumió.

También dejó claro que el BCE no puede combatir en solitario la recesión y defendió que los países con margen presupuestario --aunque sin citar a Alemania u otros países-- deberían utilizar su espacio «para mejorar la banda ancha, las infraestructuras y generar gasto público» con el que ayudar a combatir la recesión. «Políticas monetarias expansivas puede mejorar el panorama», insistió. A su vez los países sin margen fiscal deben realizar reformas estructurales, que es una «misión que todavía no se ha completado en muchos países».

CONSULTA NECESARIA / La recomendación favorable del Parlamento Europeo no es vinculante pero la consulta sí es necesaria para culminar el proceso de renovación en la cúpula del BCE y completar la designación de Lagarde, que jamás ha ocupado ningún cargo en un banco central, y que estará al frente de la política monetaria de la Eurozona durante los próximos ocho años.

Además de refrendar su compromiso con el mandato de estabilidad del BCE indicó que su objetivo es promover la agilidad de la institución para responder a nuevos desafíos, valores como la inclusividad y mejorar la comunicación pública de la institución.

«Si puedo acabar siendo el hada o la bruja del cuento es irrelevante, donde soy relevante es en si puedo ayudar a comunicar el objetivo que buscamos. Ahí considero que puedo ser importante y voy a insistir en desarrollarlo así», indicó.

Lagarde arrancó su carrera laboral como abogada experta en fusiones, comercio y legislación laboral, con vínculos en numerosas corporaciones multinacionales.

Entre 1999 y 2005 dirigió el gabinete estadounidense Baker McKenzie desde donde dio el salto a la política tras la llamada del ex presidente francés, Nicolás Sarkozy, que la nombró ministra de Comercio Exterior primero y de Finanzas después antes de tomar las riendas en 2011 del Fondo Monetario Internacional donde ha ocupado el cargo de directora gerente durante los últimos ocho años.

Una vez cumplido el trámite en la Eurocámara a mediados de septiembre, los 28 podrán formalizar la decisión de su nombramiento en el Consejo Europeo de finales de octubre.