La reunión que esta semana celebra el Fondo Monetario Internacional en Washington está sirviendo para constatar que la economía global no está en crisis, pero el margen de error para esquivar un estancamiento prolongado se está agotando. “Hay muchos motivos para estar preocupados”, ha dicho este jueves la directora gerente del organismo internacional, Christine Lagarde. “No estamos alarmados, pero sí en alerta”. Lagarde ha reclamado acciones concertadas para relanzar un crecimiento más inclusivo ante la creciente impresión de que la riqueza generada está dejando al margen a las clases medias y los pobres, un escenario que, a su juicio, da alas a “las voces proteccionistas y la fragmentación”.

No todo son malas noticias. Aunque los riesgos han aumentado desde octubre, la mayor estabilidad de los precios del petróleo, las acciones de los bancos centrales y una menor salida de capitales de China han contribuido “a mejorar el sentimiento”. Pero urgen nuevas medidas para apuntalar una recuperación sostenida. “Es posible que no podamos elevar los estándares de vida, bajar eldesempleo y reducir los niveles de deuda”, dice Lagarde en la agenda política presentada por el FMI. Al organismo le preocupa sobremanera el impacto que podría tener una salida del Reino Unido de la Unión Europea, así como la presión que el flujo de refugiados de Siria está ejerciendo sobre los países de acogida, especialmente en Oriente Próximo.

Aun así Lagarde ha tratado de enviar un mensaje de optimismo. “Creemos que la economía global puede reparar los legados (de la crisis), recuperar el vigor y hacerse más inclusiva, pero la respuesta política tiene que ser más rápida y profunda”. Por un lado, los bancos centrales tienen que continuar por la senda actual. La ex ministra de Finanzas francesa ha aplaudido la política de intereses negativosadoptada por el Banco Central Europeo para fomentar la concesión de créditos, una medida que “tiene efectos positivos”. Y ha insistido en en que son necesarias políticas fiscales que estimulen el crecimiento, así como nuevas reformas estructurales para potenciar el empleo o liberalizar los servicios.

AJUSTES FISCALES

No obstante, Lagarde ha matizado que aquellos países con un alto endeudamiento tendrán que adoptar nuevos ajustes fiscales. A ese grupo pertenece España, que arrastra en un desfase presupuestario al 5%, bastante por encima de las exigencias de Bruselas. El director de Asuntos Fiscales del FMI, Vitor Gaspar, dijo la víspera que España tendrá que volver a recurrir a la tijera. Más recortes para rebajar el déficit y una deuda que, según las estimaciones del Fondo, rondará este año el 99% del PIB y solo bajará hasta el 96% en el 2019. “A medio plazo requerirá un ajuste fiscal considerable que debería hacerse a un ritmo comedido”. Gaspar reconoció que los elevados niveles del déficit público han coincidió con “un fuerte crecimiento económico”, por lo que cabe preguntarse si acaso su prescripción no contribuirá al frenazo de la economía española.

El año pasado creció un 3,2% y este año el FMI espera unaexpansión del 2,6%, más que ninguna otra economía industrializada. Para impedir que el crecimiento descarrile, Gaspar recomendó un ajuste “gradual, moderado y comedido”. Por el momento, el Gobierno en funciones pretende renegociar con Bruselas los plazos para cumplir con los objetivos del déficit. Se quiere ganar un año, hasta 2017, un negociación que el ministro de Economía en funciones iniciará durante la reunión que el viernes mantendrá con su homologo comunitario, Pierre Moscovici, durante la asamblea del FMI.

Guindos ha participado esta mañana en un seminario sobre reformas estructurales, a las que atribuyó el hecho de que España esté creciendo más rápido que el resto de Europa. “El mayor desafío para las reformas estructurales es el populismo. No son tiempos fáciles para los gobiernos en todo el mundo”, dijo el madrileño. Al margen de la situación española, Lagarde abordó las vergüenzas destapadas por los Papeles de Panamá reclamando nuevas medidas para tapar los agujeros que alientan la elusión fiscal. “Cuando las reglas parecen beneficiar a unos pocos, el riesgo es evidente”, afirmó la directora gerente del Fondo.