Los productos de mala calidad también se venden en Europa. La mayoría son importaciones desde terceros países, que llegan al Viejo Continente sin pasar los controles necesarios pese a que todos incorporan en su etiquetado la marca CE de rigor. La Comisión Europea reconoció ayer la situación y propuso reforzar el control por parte de las autoridades nacionales y de aduanas de los productos peligrosos que, pese a las normas de seguridad y sanidad comunitarias, siguen vendiéndose en la Unión Europea (UE).

Los porcentajes de productos fraudulentos son escalofriantes. El 32% de los juguetes; el 58% de los productos electrónicos; el 47% de los bienes de construcción; o el 40% del equipamiento de protección personal en el mercado europeo no deberían venderse al incumplir los requisitos de seguridad o información al consumidor. En algunos casos quizá sea que las instrucciones están solo en un perfecto chino mandarín, pero en otros es que lo prometido por el fabricante es simplemente una engañifa. Productos que se autodestruyen con velocidad al mínimo uso.

Bruselas plantea crear una red para que las autoridades nacionales compartan información sobre productos peligrosos detectados en su territorio. La comisaria europea de Industria y Mercado Interior, Elzbieta Beinkowska, explicó en la presentación de la propuesta que la nueva regulación afectará «tanto al comercio tradicional como en línea». Bruselas propone el principio de reconocimiento mutuo, por el que se puedan resolver disputas cuando un país niegue el acceso a su mercado.

La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) lamentó ayer que el etiquetado CE es «engañoso» porque da a los consumidores la impresión de que un producto es seguro o de cierta calidad, aprobado o fabricado en la UE, mientras que «en realidad no hay garantías de que así sea».