El Tratado de París lo ha dejado claro. Cero emisiones de CO2 para el año 2050. El camino no será fácil, y mucho menos de rosas. Los fabricantes del sector del automóvil se enfrentan al doble reto de mantener la rentabilidad y conseguir una transición rápida a la electrificación de su gama. Es cierto que aún faltan 30 años, pero en ese tiempo el sector debe transformarse y pasar de la velocidad a la aceleración para llegar al examen final con los deberes hechos. Lo de la normativa de medición de emisiones WLTP será una obra de teatro comparado con lo que viene en los próximos años.La UE ha trazado un camino exigente y para ello se pasará de los 120 gramos por kilómetro de dióxido de carbono actuales a los 95 gramos en 2021. Desde septiembre de este año los fabricantes tendrán tiempo hasta diciembre de 2020 para adecuar sus gamas (eso no implica que todos emitan 95 gramos, sino que la media de la suma de todas las emisiones de la gama arrojen esa cifra).

El 1 de enero del 2021 por cada gramo adicional por encima de los 95 establecidos se impondrán 95 euros de multa multiplicado por el número de vehículos comercializados por la marca. Un ejemplo. Si Seat vendiese en 2020 un total de 500.000 coches como en el 2018 y su media de emisiones superara dos gramos el límite permitido, el coste de la sanción sería de 95 millones. Una cifra disuasoria que impulsa a todos los fabricantes a pisar a fondo el acelerador. En 2030 la cifra del sector en sanciones podría llegar a los 30.000 millones.

Para llegar a 2050 limpios, en 2025 las emisiones se colocarán en unos 82 gramos y en 2030 serán de poco más de 55. Con este panorama parece claro que algunos fabricantes empiecen a presionar a los gobiernos para que les acompañen en este viaje. Les interesa tanto a los gobiernos como a los fabricantes porque el problema es de todos, comentaba hace unos días Herbert Diess, CEO del Grupo Volkswagen. Y añadía: Nuestro compromiso es contener el aumento de dos grados de temperatura en el planeta en los próximos 30 años. Hay que adaptarse porque no hay alternativa al vehículo eléctrico.

En 1995 las emisiones de CO2 estaban limitadas en 186 gramos y 20 años más tarde se llegó a los 120. Ahora el descenso será más vertiginoso porque el horizonte 2050 se acerca. Y no solo para los coches. Los vehículos comerciales también entran en la ecuación y de los 181 gramos en 2005 y los 167 gramos actuales se tendrá que pasar a los 147 gramos en 2021.

La industria del automóvil invierte 44.700 millones de euros en I+D cada año para alcanzar esos objetivos, pero para ello también pide conciencia a la población. Actualmente solo el 5% del parque automovilístico europeo está renovado. El resto sigue teniendo una media de 10 años de edad (por lo que su norma de emisiones tiene la misma antigüedad). La UE sigue con su cruzada de política medioambiental. En 2021 los coches deberán emitir un 39% menos por solo un 5% de recorte los aviones.