China importa más que lo que exporta. El gigante asiático que inunda con sus productos al resto del mundo es un monstruo económico ávido de recursos ajenos para alimentar las ansias decrecimiento interno. China registró un inesperado déficit comercial en febrero, debido a que las importaciones aumentaron mucho más de lo esperado, especialmente materias primas como hierro, cobre, petróleo y carbón, para sustentar un sector inmobiliario en pleno hervor. Las importaciones en yuanes aumentaron el 44,7% respecto del año anterior, mientras que las exportaciones lo hicieron el 4,2%. Los 8.799 millones de dólares de desequilibrio aduanero al cambio son un elemento relevante que los economistas analizan con interés, para prever si supone una tendencia estable. Por una parte, muestra la vigorosidad de la economía china, pero por otro lado un modelo de crecimiento cuyas riendas se hacen cada vez más difíciles de controlar.

En opinión del profesor de Economía del IESE Manuel Mueller-Frank, existen incertidumbres derivadas de una mutación de los recursos de la politica económica para incidir en el crecimiento. "Anteriormente, para evitar las desaceleraciones se recurrió a un reajuste interno que se consiguió a través de la inversión y de la expansión crediticia, sin embargo, es evidente que este método ha perdido su eficacia", explicó Mueller en un artículo de 'Comentarios de Coyuntura Económica' de la escuela de negocios. Y es que China ha crecido en los últimos 25 años a un ritmo mínimo del 6,5% anual (con puntas superiores al 9% anual) y quizá sea difícil repetir las gestas pasadas.

Mueller recuerda, no obstante, que China reacciona de manera distinta que otros países capitalistas a la hora de capear los temporales económicos, como cuando la Bolsa de Shanghái se desplomó el 45% durante seis meses y la economía siguió creciendo pese a los temores desatados. En otros países, a una caída bursátil de ese calibre sigue una recesión general por el efecto en cadena en los resultados empresariales.

INCERTIDUMBRES

En un mar de incertidumbres, China parece moverse al margen de la lógica económica, con soluciones de política económica que parecen un salto hacia adelante pero que al final muestran su efectividad. Las promesas de años pasados que apostaban por transformar el modelo económico exportador por otro en el que la demanda interna se convirtiese en el motor fundamental se han cumplido hasta ahora. El crecimiento económico de China en el primer trimestre podría acelerarse a un 7% interanual, desde el 6,8% del último trimestre del 2026, informaron los economistas del banco OCBC. Pero una devaluación del yuan frente al dólar podría modificar las previsiones económicas y hacer tambalear incluso al gigante con presiones inflacionistas incontrolables, por lo que los contactos entre EEUU y China para eludir una guerra comercial se han vuelto estratégicos.

En junio del año pasado, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ya alertó del peligro de la elevada deuda empresarial de las empresas chinas y reclamó al Gobierno de Pekín que frenase el rápido ascenso del crédito y la deuda, los principales riesgos para la segunda economía mundial. El informe aseguraba que la transformación a una economía basada en el consumo interno y los servicios exige enfrentarse a problemas como el apalancamiento o el exceso de capacidad en el sector inmobiliario y en la industria pesada.

La OCDE volvió en su reciente informe anual a advertir a China del riesgo existente. Buena parte de las empresas endeudadas son empresas estatales, con una deuda equivalente al 170% del PIB en el 2016 (no llegaba al 100% en el 2008), lo que representa el nivel más alto entre las principales economías mundiales.

EJEMPLO DE CRECIMIENTO

Un ejemplo de la forma en que crecen muchas de las grandes empresas chinas lo encontramos en una firma de automoción. El beneficio neto del grupo automotriz Geely, dueño de la marca sueca Volvo, aumentó el 126% interanual durante 2016 y llegó hasta los 5.170 millones de yuanes (688 millones de euros, 742 millones de dólares). Geely, uno de los principales grupos privados del sector en China, vendió un total 765.970 vehículos durante el año pasado, el 50,2% más que en el 2015. De estas ventas totales, solo el 2,8% corresponden a sus exportaciones, que fueron de 21.779 vehículos, una cifra un 15,4% menor que en el 2015, y el resto fueron ventas en el mercado doméstico chino. Sus ingresos durante el año pasado aumentaron también el 78%, hasta los 53.721 millones de yuanes (7.232 millones de euros, 7.800 millones de dólares). Son porcentajes estratosféricos asentados en el desarrollo de un mercado interno de crecimiento extremadamente elevado. La dependencia mundial del futuro de China es ahora alarmante. Si China dejase de crecer, la economía mundial entraría en una recesión de alcance impredecible.