El fabricante de las legendarias guitarras eléctricas Gibson se ha declarado en bancarrota. Pero ya ha definido un plan para mantener su actividad tras pactar con los acreedores. El peso de la deuda ha hundido al fabricante estadounidense, incapaz de estar a la altura de los nuevos tiempos y de hacer honor al prestigio alcanzado por sus instrumentos.

Hace varios meses que la crisis de la compañía era conocida por los aficionados. Se enfrentaba al pago de una deuda en bonos del orden de 375 millones de dólares el 1 de agosto y los intentos de diversificación de la firma han chocado con los gustos del cliente más purista, dispuesto a pagar más por guitarras con 20 años que por las actuales de alta gama.

Diversificación fallida

Los intentos de entrar en el mercado de sistemas de audio para el gran público con Gibson Innovations terminaron por dinamitar el balance financiero de la compañía. Esta estrategia comenzó en el 2014 con la adquisición de una filial de la holandesa Philips por 135 millones, una cantidad que se demostró exagerada.

El grupo ha decidido enfocarse en los instrumentos musicales y a los sistemas de audio profesional. Con la matriz, el fabricante de guitarras ha llegado a un acuerdo para reestructurar el 69% de la deuda, y ha abierto una nueva línea de crédito para mantener la actividad del grupo, informa AFP.

'Situación invisible para los clientes'

"Este proceso será prácticamente invisible para los clientes, quienes continuarán beneficiándose de productos y un servicio al cliente sin igual," aseguró Henry Juszkiewicz, CEO de Gibson marcas, a través de un comunicado. Gibson fabrica guitarras, pero también pianos con su marca Baldwin.

Gibson, también propietaria de Epiphone, seguirá fabricando todos sus productos emblemáticos, el modelo Les Paul (LP), SG, ES-335, etcétera, y manteniendo sus políticas de hipersegmentación de precios, en un mercado de elevada competencia. Aspira a mantener el prestigio de la marca con productos que van desde los 500 euros hasta los 15.000 euros o más, pero para ello debe recurrir a fabricantes asiáticos para recortar costes.

'Gatillazos'

Un ejemplo de los 'gatillazos' de Gibson lo protagonizó un producto excepcional que pasó sin pena ni gloria hace pocos años (2013). Una reinterpretación del modelo Les Paul pero incorporando tecnología digital. La LPX apareció como una compleja guitarra capaz de emular multitud de sonidos de modelos propios y de la competencia e incorporar efectos de todo tipo. El adelanto pasó sin pena ni gloria tras ingentes inversiones en un mercado que se rinde al clasicismo, a la pureza de sonidos, a las maderas nobles y a la sencillez. Gibson afronta ahora una nueva etapa para hacer honor a su propio mito.