«Ahora ya no merece la pena ni un 10% ni un 20%, ya tiene que ser un 40%», exagera antes de soltar una carcajada Ana Sánchez. «Cuando no hay descuento parece que el precio está desorbitado», agrega. Ella y su hija, Claudia Pérez, aseguran que ya son pocas las veces que compran sin descuento ante la generalización de las rebajas «a todas horas». «Yo no compro lo que no necesito, pero sí que me espero a que haya descuentos», afirma.

Sánchez reconoce que, o compra en tiendas «más baratas», o si lo hace en tiendas de «marca» espera por las ofertas, porque «cuando no son ventas especiales es cualquier otra excusa», explica. Una práctica que, a su juicio, no es solamente exclusiva de la moda, sino que se ha generalizado hacia otros segmentos.

«No es comprar compulsivamente, sino que cuando necesitas algo miras que haya descuento, pero incluso en cosas para la casa como los electrodomésticos, un sofá... Siempre encuentras rebajas, y si no... en Amazon», dice antes de recordar que acaba de recibir un mensaje. Era de Mediamarkt, para avisarle de que eliminan el 21% de IVA en sus productos.

Ambas acaban de salir de una tienda de una conocida marca de ropa en la que habían hecho sus compras a través de internet. Sin embargo, se han dado cuenta al entrar en el comercio físico que si hubiesen cargado aquí el carrito se hubiesen llevado un cupón de descuento. «Pero como lo hemos comprado por internet, no», se lamentan. En plena calle, madre e hija admiten que la influencia de internet ha hecho que visiten menos la tienda física.

El consumidor se ha vuelto omnicanal; compra en la web y lo ve en la tienda, o viceversa. «En muchas tiendas entras y ves que tienen algo a 60 euros y en otra a 50 euros, pues lo compras en la otra», afirma Pérez. Además, internet «facilita el no estar de aquí para allí», dice Sánchez.

En la misma línea, dos jóvenes murcianas que están en Madrid pasando el fin de semana admiten que los precios suelen variar de una a otra tienda, por eso hay que buscar varias opciones. «Por ejemplo, este verano quería una chanclas de Nike, en una tienda valían 30 euros, en otra 25 y al final me las compre por 20 euros», cuenta una de ellas, Rosa Inma Lorente. Ambas reconocen que les gusta que haya rebajas durante todo el año, aunque también son conscientes de que eso provoca que al final se acaben gastando más dinero. «Al final es todo consumismo», reconoce la otra, Andrea Mateo.

«Hoy en día la oferta es extraordinariamente superior a la demanda», explica el profesor de dirección comercial del IESE, Xavier Oliver. Un mismo producto puede tener varios precios en función de donde se compre, pero también, distintas o similares versiones. El precio es lo que lo diferencia, aunque los comerciantes quieren dirigirse a otras variables, como recuperar la exclusividad. «La fidelidad del consumidor y la experiencia es algo que se ha perdido, no se ha trabajado más que precio, precio, precio», subraya el presidente de la Asociación Empresarial del Comercio Textil, Complementos y Piel, Eduardo Zamácola.