Nissan anunció ayer públicamente su intención de cerrar sus plantas en Cataluña. Cien años de la historia de la automoción en España quedan enterrados tras la comunicación llegada desde Japón. La firma automovilística echará el cerrojo a sus factorías de Zona Franca, Moncada y Reixac y Sant Andreu y dejará sin empleo a los 3.000 trabajadores que hasta ahora operaban en ellas. Así lo hizo público en la rueda de prensa de presentación de sus resultados del ejercicio del 2019. Los despidos pueden acabar elevándose en torno a los 20.000, teniendo en cuenta el impacto del cierre sobre las compañías de componentes y servicios que operan hasta ahora para surtir al gigante nipón.

El proceso de cierre será progresivo y se extenderá hasta diciembre de este 2020, según afirmaron fuentes sindicales. El cierre de las factorías catalanas, según cálculos del Ministerio de Industria, puede costarle a Nissan 1.000 millones de euros, entre finiquitos e indemnizaciones contractuales a proveedores.

Los sindicatos respondieron recrudeciendo desde ayer su estrategia de movilizaciones. El objetivo es disparar ese coste de salida paralizando la actividad de las plantas españolas e interrumpiendo así los suministros hacia las francesas de Renault, el socio de Nissan. La quema de neumáticos a las puertas de Zona Franca augura un segundo semestre de conflictividad laboral.

De hecho, el miércoles ya se apuntaló esta opción después de conocerse los nuevos planes de producción y comerciales de la Alianza de Nissan con Renault y Mitsubishi. La concentración geográfica de los socios y la atribución de segmentos de producto a cada marca dejó a Barcelona y a España con muy pocas posibilidades, como ya adelantaba este diario. Ayer, en la conferencia del nuevo plan de tres años para la compañía, Makoto Uchida afirmó que pretenden ahorrar unos 2.600 millones de euros en costes, reducir el 20% la producción y rebajar su gama de modelos.

El Gobierno convocará en los próximos días a Generalitat catalana, Ayuntamiento de Barcelona, Consorcio Zona Franca y a las centrales sindicales para analizar la situación y estudiar diferentes escenarios de futuro.

Tras el anuncio de cierre en Cataluña, queda por resolver la continuidad de los casi 1.000 empleados que operan en las factorías de Ávila y Cantabria. Estos podrían integrarse en la cadena de distribución de las plantas francesas de Renault. Pues será el socio de la no siempre bien avenida alianza el que se quede con la cuota del mercado europeo.

Las bajas producciones, el degoteo de modelos que eran reasignados a otras plantas y 10 años sin inversiones de calado en las factorías catalanas auguraban el final confirmado ayer.