La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha revisado ligeramente al alza las previsiones de crecimiento de la economía española en el 2016 pero advierte de que el ritmo de recuperación se ralentiza.

En su último informe de Perspectivas Económicas, difundido este miércoles, el organismo con sede en París augura un PIB del 2,8% para este año -una décima más que en sus anteriores previsiones- y del 2,3% para el 2017.

Los bajos tipos de interés seguirán estimulando el crecimiento, pero ni el precio del petróleo ni la política fiscal, que han tirado del consumo en el 2016 tendrán un impacto el año que viene.

El paro continuará bajando gradualmente, aunque seguirá siendo alto. El pronóstico de la OCDE es que alcance el 18,4% de la población activa en el 2017, una cifra menos optimista que la del Gobierno, que habla del 17,9%.

La misma tónica de moderación se observará en la creación de empleo y aunque este año será una de las más altas de la OCDE (2,9%) en el 2017 bajará hasta el 2,1%.

En opinión del club de los países industrializados, se necesita una política laboral más activa que genere empleo y reduzca las desigualdades salariales. Otro punto negro es el bajo nivel de productividad, que dificulta un crecimiento sostenido.

Pese a que las reformas estructurales llevadas a cabo por el Ejecutivo en el mercado laboral y el sector financiero han ido en la dirección correcta, España debería aumentar la competencia, la formación y la innovación si quiere mejorar la productividad y crear empleo de calidad.

INCERTIDUMBRE POLÍTICA

Por último, los autores del informe creen que el prolongado periodo de incertidumbre política que vive el país desde las elecciones del pasado mes de diciembre, puede lastrar la inversión y el consumo.

A ello hay que añadir las consecuencias negativas de la desaceleración mundial, sobre todo en los países emergentes. España verá reducidas sus exportaciones a los países de América Latina, aunque podría tener una mayor demanda de sus socios europeos.