Siete años después de sacar su filial mexicana a bolsa para ganar unos 3.000 millones de euros de capital, el Santander ha anunciado que lanzará una oferta para comprar hasta el 25% de dicha entidad en manos de pequeños accionistas, con un desembolso máximo de unos 2.560 millones. El grupo tiene confianza en el país latinoamericano, donde los tipos están al 8% y su crédito crece al 16% con una morosidad de apenas el 2,4%, y con la operación pretende quedarse toda la rentabilidad que generará su banco en el país, donde es el tercero del mercado (después de BBVA Bancomer y Banorte).

Los accionistas mexicanos que acepten la oferta recibirán acciones nuevas del Santander, con una prima del 14% sobre la cotización de los títulos de la filial mexicana respecto al cierre de ayer. La compra, que tendrá que ser aprobada en una junta de accionistas extraordinaria y que obligará al grupo a ampliar capital en un 3,5% tras las operaciones similares realizadas en el 2015 y el 2017, tendrá un impacto neutro en el beneficio por acción y ligeramente positivo en términos de capital (0,05 puntos). Se cerrará previsiblemente a finales del tercer trimestre y no supondrá que el grupo deje de cotizar en México, ya que las acciones de la filial serán sustituidas por las de la matriz. La operación «cumple» con los criterios estratégicos y financiero del banco, según su presidenta, Ana Botín.