Tras una semana de cacofonía en el independentismo respecto a si facilitar o no la tramitación de los presupuestos del Estado, el expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, marcó ayer la pauta a seguir. Tras reunir a buena parte de la dirección de su partido, el PDECat, Puigdemont compareció en Waterloo (Bélgica) para asegurar que si no existe una mesa de negociación sobre el conflicto catalán -con asistencia de personas independientes- y una mesa de verificación de las propuestas presupuestarias, el independentismo tumbará las cuentas de Sánchez a las primeras de cambio. Es decir, en el debate de las enmiendas a la totalidad.

En paralelo, desde Estados Unidos, el president, Quim Torra, subrayaba que si Sánchez asegura que en cualquier caso no habrá adelanto de las elecciones generales, entonces los presupuestos no son tan esenciales y pueden prorrogarse las actuales cuentas aprobadas por el Gobierno del PP. Mientras, ERC también se acerca a la presentación de una enmienda a la totalidad de los presupuestos.

Pero el que marcó claramente la pauta fue Puigdemont. Tras reunir a la dirección del PDECat, y en una comparecencia junto al presidente del partido, David Bonvehí, el expresident trazaba la linea discursiva más dura del independentismo: Sánchez es como Rajoy en cuanto a Cataluña, aunque use «otras palabras» y dé «golpes en la espalda». No existe, según Puigdemont, ninguna voluntad de diálogo «real».

Así las cosas, las dos nuevas condiciones exhibidas por el PDECat (la semana pasada, las de Torra eran autodeterminación y presos y «exiliados») son dos mesas. Una para negociar la cuestión catalana con presencia de «mediación independiente». Otra para obtener garantías de cumplimiento de los contenidos del Presupuesto respecto a Cataluña.

Con todo, segun fuentes del sector más pactista de la posconvergencia, el partido no ha tomado una decisión aún.