El impacto del coronavirus también sacude a la Reserva Federal de EEUU (Fed), que está cambiando su manual y reinventándose para una crisis desconocida. La reserva, que desde el pasado marzo tiene desplegadas sus armas tradicionales, sumó ayer otras a su arsenal.

En coordinación con el Congreso y el Tesoro, la Fed tiene preparados varios programas para ayudar directamente a empresas, algo que no sucedía desde la Gran Depresión. En el denominado Programa de Préstamo a Main Street, dotado con 600.000 millones, ofrecerá a través de bancos préstamos de hasta cuatro años a empresas demasiado grandes para aplicar a ayudas de la Administración de Pequeños Negocios, pero no lo suficiente como para emitir deuda en Wall Street.

Además, pondrá en marcha ayudas a grandes empresas a través de compra de deuda. También socorrerá a gobiernos estatales y locales con la compra de bonos municipales. Los economistas proyectan que la Fed acumulará entre bonos, préstamos y programas un portafolio de entre 8 y 11 billones de dólares, con lo que se doblarían las dimensiones de los estímulos establecidos entre el 2007 y el 2009.