Nada tiene que ver el lenguaje corporal que irradian durante sus últimos encuentros, los ministros de Energía y Petróleo de Rusia y Arabia Saudí, en comparación con el desapego mutuo que mostraban en el pasado sus antecesores en el cargo. El ruso Aleksándr Novak y su homólogo saudí Jalil al Falih parecen querer alardear en público de complicidad, celebrando ruedas de prensa conjuntas, hablando a menudo por teléfono, visitándose e incluso coordinando declaraciones públicas y filtraciones a los medios de comunicación.

Durante años, los dos principales estados productores de petróleo del mundo se han mirado con aguda desconfianza: Arabia Saudí,encabezando el cártel de la OPEP, formado por 14 países responsables del 44% de la producción mundial de crudo; Rusia,bombeando por libre, anualmente, tanto crudo como su rival medioriental.

Acuerdos pretéritos entre las dos superpotencias petroleras para estabilizar los precios -como el que se cerró en el 2004- acabaron rompiéndose con estrépito por incumplimiento, mientras que entrevistas entre representantes de ambos países para recortar los crecientes estocs de crudo acababan sin pacto y en una atmósfera de indisimulada crispación. La falta de cooperación entre Riad y Moscú ha sido, según los expertos, uno de los factores que ha impulsado a la baja el precio del barril de crudo.

SUPERAR LAS RETICENCIAS

Pero necesidad obliga y los antiguos rivales están superando sus reticencias, acuciados por necesidades económicas domésticas. A mediados de mayo, Arabia Saudí y Rusia anunciaron su disposición a ampliar durante nueve meses, concretamente hasta el mes de marzo del año que viene, -superior al periodo previsto inicialmente de medio año- la vigencia del pacto rubricado en diciembre pasadoen la sede de la OPEP en Viena para recortar la producción de forma conjunta y estabilizar los precios.

Y lo hicieron de forma coordinada, con comunicados difundidos separadamente por un lapso de tiempo de algunas horas. Elefecto psicológico del anuncio fue inmediato; el precio del barril de Brent se encareció en casi un dólar, alcanzando un precio de51,82, mientras que el barril de Petróleo Intermedio de Texasllegó a los 48,85. "La coalición productora está determinada a hacer lo necesario para lograr sus objetivos", declaró entonces el ministro Al Falih.

Factores económicos, aunque también políticos, han empujado a Riad y a Moscú a aparcar diferencias pasadas. Rusia celebra el año que viene elecciones presidenciales en las que el presidenteVladímir Putin se presentará con toda seguridad y que constituirán un test sobre su popularidad, no tanto por su victoria, que parece garantizada, sino por la atmósfera en que se desarrollan y el grado de participación. La élite que gobierna el país quiere impulsar la economía, que este año apenas superará el 1% de crecimiento, tras dos ejercicios de recesión, para que la cita electoral se celebre sin sobresaltos.

Arabia Saudí atraviesa aprietos similares e intenta diversificar su economía, al tiempo que poner a la venta en el 2018 un porcentaje de acciones no superior al 5% de Aramco, el gigante saudí del petróleo. Para cumplir ambos objetivos, necesita que el precio del crudo se incremente.

La política no está ausente en este acercamiento. Ambos países respaldan a bandos enfrentados en la guerra civil siria, y se llegó a especular que durante años Riad mantenía bajos los precios para mermar los recursos económicos de Rusia. La estrategia que sigue ahora la parte saudí es exactamente la contraria: atraer al Kremlin y mermar así la alianza de Rusia con Irán, su rival en la zona. "No queremos que Rusia centre en Irán toda su apuesta en Oriente Próximo", declaró a The Washington Post el principe heredero,Mohamed bin Salman.