El año convulso de Ryanair parece que no cesa. Después de las huelgas de trabajadores en muchos países europeos, y aunque finalmente la aerolínea 'low cost' llegó a acuerdos con todos ellos, sus resultados se han visto alterados con unas pérdidas de 20 millones de euros en el tercer trimestre fiscal que finalizó en diciembre de 2018. El motivo de esta caída en los beneficios lo atribuye al descenso del 6% en las tarifas durante la temporada de invierno que tuvieron un precio medio de 30 euros.

No obstante, el tráfico aéreo aumentó un 8% hasta alcanzar los 33 millones de pasajeros y los ingresos se elevaron hasta los 1.530 millones de euros (un 9% más). El alza de los ingresos se debe principalmente al impulso de los ingresos complementarios, los que surgen del cobro de la maleta o de la elección de asientos, que aumentaron un 26%, hasta los 557 millones de euros, y compensaron el ascenso de los precios del combustible (6% más), del personal (aumentos del 20% en el salario de los pilotos) y de los costes derivados de la cancelación y retraso de los vuelos.

La compañía 'low cost' prevé que durante 2019 sigan bajando las tarifas si continúa el exceso de capacidad en el mercado europeo, lo que puede provocar el cierre de bases o la reducción del número de aviones como ya ocurrió con las bases de Bremen y Eindhoven y la disminución de vuelos en Niederrhein y Hahn, según señala en un comunicado.

A todo esto hay que sumar la posibilidad de un 'Brexit duro, algo que preocupa a Ryanair que asegura haberse blindado a través de la restricción del derecho de voto de los accionistas británicos y de las ventas a accionistas no pertenecientes a la UE durante un periodo de tiempo, para garantizar "en todo momento" que Ryanair siga siendo una compañía aérea europea.

REESTRUCTURACIÓN DE LA COMPAÑÍA

La compañía ha anunciado este lunes que cambiará su estructura organizativa para establecer una organización similar a la de IAG, matriz de Iberia, en la que el actual consejero delegado de Ryanair, Micheal Oleary, pasará a dirigir el grupo que estará formado por cuatro filiales -Ryanair, Laudamotion, Ryanair Sun y Ryanair UK-. Cada una de estas filiarles tendrá sus propios directores ejecutivos y equipos de gestión.

Oleary dejará las labores de gestión diarias para encargarse del desarrollo del grupo "al menos" durante los próximos cinco años (hasta 2024). Entre sus tareas estarán la reducción de costes, la compra de aviones y la búsqueda de oportunidades de negocio como fusiones y adquisiciones a pequeña escala. "Creemos que esta estructura ofrecerá eficiencia en los costes y en las operaciones, al tiempo que permitirá estudiar otras oportunidades de fusiones y adquisiciones a pequeña escala como el desarrollo exitoso de Lauda", justifica la compañía.

Todos estos cambios llegarán en el plazo de 12 meses, cuando la aerolínea encuentre un nuevo consejero delegado para Ryanair. Además, el actual presidente de la empresa, David Bonderman, será relevado en 2020 por Stan McCarthy.

Por otra parte, la aerolínea de bajo coste también se encuentra en plena "transformación" de su plataforma digital (página web, aplicación y complementos de terceros) que se completará antes de final de año para "mejorar aún más la personalización y triplicar la capacidad".