Mario Draghi, que ha cedido el testigo de presidente del Banco Central Europeo (BCE) a Christine Lagarde, ha sido esta semana objeto de muchos homenajes. Uno de ellos lo protagonizaron la presidenta electa de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, la cancillera alemana, Angela Merkel, y los presidentes de Francia, Emmanuel Macron, e Italia, Sergio Mattarella y en el mismo se le reconoció el papel de «hombre que salvó al euro», como admitió el Parlamento Europeo. Y él está orgulloso de ello, tras haber transitado por una de las mayores crisis económicas. «Hoy 11 millones de personas más trabajan. Ha aumentado la confianza pública en el euro a su máximo histórico. En la zona del euro los legisladores reafirman que el euro es irreversible», dijo. Durante su despedida abogó por seguir avanzando en la construcción europea ya que, a su juicio, los desafíos del proyecto europeo en un mundo globalizado requieren de una respuesta «más fuerte» de Europa. Y eso significa crear una capacidad fiscal común con alcance suficiente para estabilizar la unión monetaria sin crear demasiados riesgos morales. «Es tiempo de más Europa, no de menos», dijo.