Emilio Saracho, presidente del Popular entre febrero y junio del 2017, sostuvo ayer que, cuando asumió el cargo, el banco tenía pérdidas millonarias sin reflejar en sus cuentas. El banquero, que ocupó el puesto hasta la intervención de la entidad y su venta al Santander por un euro, aseguró que ordenó retrasar los activos inmobiliarios para conocer su valor real y con la esperanza de tener noticias positivas, habida cuenta de la mejora del mercado. Sin embargo, apuntó la reevaluación de los 80.000 inmuebles destapó tasaciones infladas y por tanto la necesidad de cuantiosas provisiones.

El ejecutivo inauguró las comparecencias de los imputados por la debacle del banco con todo un dardo a su antecesor, Ángel Ron, a quien se investiga por una posible manipulación de las cuentas. Según fuentes jurídicas, Saracho no le acusó directamente de inflar las tasaciones, pero admitió que le «sorprendía» que estuvieran tan mal calculadas.

La ampliación de capital del año 2016, añadió, debía haber sido de 8.000 millones de euros, y no de 2.500 millones, lo que implica que hacían falta más de 5.000 millones para cubrir la pérdida de valor de los activos.