Que la automatización será sinónimo de destrucción de multitud de puestos de trabajo no es ninguna novedad y genera un consenso prácticamente unánime entre los expertos. El principal enigma que actualmente ocupa a mucho de ellos es intentar descifrar cómo será el empleo que sobreviva, como será el nuevo que se cree y qué tipo de profesionales necesitará. "Uno podría pensar que el trabajador del futuro es una persona programando o instalando robots, pero ese no es el único perfil, habrá varios. Quién va a ganar con el cambio tecnológico van a ser aquellas personas cuyas habilidades estén asociadas a lo que llamamos intelecto humano. Algo que en un futuro cercano es muy difícil reproducir por las máquinas", afirma el economista Miguel Hidalgo.

El trabajador del futuro será, por lo tanto, aquel que mejor pueda relacionarse con las máquinas y que estas puedan "complementar" su labor para aumentar su productividad. Así lo describe Hidalgo en su nuevo libro "El empleo del futuro" (Editorial Deusto). "También va a ser un trabajador que va a trabajar con otras personas", matiza el autor. Por otro lado, los perdedores de este cambio tecnológico serán aquellos con una menor formación, poco cualificados y que realizan tareas que podrían calificarse de "repetitivas".

La OCDE ya alertó en su día de los riesgos diferenciales de la automatización, ya que esta no afectará a todos los oficios por igual, ni tampoco a todas las profesiones. En España, según el informe "El riesgo de la automatización de los trabajos en los países de la OCDE", la proporción de empleos que desaparecerán en un futuro cercano fruto de la automatización de determinados procesos será del 12%, menor que en Francia (9%) o Estados Unidos (9%), aunque igual que Alemania (9%).

No obstante, el contexto de cada país define la necesidad, pero también los incentivos del cambio tecnológico. Las altas tasas de paro estructural en España, es decir, la abundancia de cierta mano de obra, puede ser una tentación envenenada. "Las empresas tienen incentivos para acabar abaratando sus costes y conseguir una ventaja comparativa por la vía de la devaluación de salarios. Ello no significa que grandes empresas tecnológicas no acaben invirtiendo en España, sino que nuestra economía tenderá y está tendiendo a especializarse en sectores con alta necesidad de mano de obra no cualificada, como la hostelería o el turismo", explica el economista.

POSIBLE AUMENTO DE LA BRECHA DE GÉNERO

La brecha entre trabajadores cualificados y no cualificados que puede abrir el cambio tecnológico cohabita con otras potenciales brechas. Los expertos coinciden en que los oficios de corte más tecnológico tendrán más oportunidades que los de corte más humanístico, aunque las grandes empresas empiecen a incorporar determinados perfiles de este tipo en sus plantillas. Tampoco afectará igual a todos los sectores. "¿Hasta qué punto podemos aumentar la productividad en un centro comercial o un restaurante?", se pregunta Hidalgo.

Estos dos factores tienen sus consecuencias, también, a nivel de género. "La tecnología puede favorecer la conciliación, lo que al final redunda en una mayor igualdad entre hombres y mujeres. Sin embargo, podemos pensar también que, a pesar de que va a haber demanda de todo tipo de empleos, los empleos IT van a ser los mejor remunerados. Y aquí, actualmente, la mayoría son hombres", reflexiona el autor.

Un reciente informe de seis economistas del Fondo Monetario Internacional ya alerta de los riesgos de esa posibilidad. Según sus cálculos, a nivel mundial el 11% de las mujeres están en riesgo de perder su empleo fruto de la automatización, dos décimas por encima que los hombres. Una menor formación académica, sobre todo entre las más jóvenes, y una tendencia a concentrarse en la hostelería, el comercio al por menor o los transportes son los principales motivos que destacan las investigadoras.