El primer ministro de Grecia, Alexis Tsipras, celebró ayer desde la simbólica Ítaca el fin de «la Odisea moderna» en la que ha vivido sumido el país durante estos últimos ocho años y, tras la culminación del programa de rescate financiero, dio también por terminada la etapa de la austeridad y de la «desertificación social».

«Ítaca será de nuevo identificada con el final de una Odisea moderna que ha sido muy difícil para el pueblo griego», dijo Tsipras al llegar a la isla a la que según el poema de Homero regresó Ulises tras la guerra de Troya, después de un periplo de diez años por el mar.

Ya ante las cámaras y en un discurso a la nación, el primer ministro griego afirmó que Grecia «recupera su derecho a diseñar su futuro». Tsipras emplazó a los griegos a ser optimistas de cara a unos días que prevé mejores, nueve años después del inicio de una crisis de deuda que ha derivado en sucesivos programas de rescate y en recortes masivos del gasto público.

El optimismo de Tsipras y de la Comisión Europea tras el final formal del rescate contrasta con la prevención que han mostrado los sindicatos. La Confederación Europea de Sindicatos (CES) alertó ayer de que Grecia está «lejos de haber superado sus problemas» y que lo que necesita, tras el fin de los ocho años de programas de rescate por su grave crisis económica, es «un plan de recuperación» para superar el desempleo y la pobreza. Para el secretario general de la CES, Luca Visentini, «no es Grecia la que se ha salvado, sino los bancos de los países de la moneda única. Grecia ha quedado peor que antes por una dieta que pasa por menos servicios públicos, salarios más bajos y menos derechos para los trabajadores».

La CES explicó que el plan de recuperación que necesitaría Grecia para salir realmente adelante pasaría por mejorar el sistema de pensiones, restaurar los convenios colectivos, elevar los salarios, restaurar los derechos laborales y atajar la pobreza.