Uber se rinde en China tras una cruenta guerra de dos años que la estaba desangrando. Su rival chino, Didi Chuxing, absorberá toda la estructura de la compañía estadounidense en el gigante asiático para dar a luz a un nuevo grupo valorado en 35.000 millones de dólares (31.200 millones de euros). El acuerdo entre los dos empresarios que han luchado sin denuedo por el mercado chino del transporte en vehículos privados terminará con Travis Kalanick, presidente de Uber, en el consejo de Didi, y con Cheng Wei, líder de ésta, en el consejo de la firma americana.

La operación parece contentar a las dos partes, cuyas cuentas deresultados venían tiempo desinflándose por los millonarios subsidios que han pagado a conductores y clientes y por otras agresivas tácticas comerciales. Los lamentos han comenzado a llegar ya por el lado de los usuarios, que intuyen que las tarifas se dispararán ante la falta de competencia. Muchos han pedido que se revise la legalidad de un pacto que desemboca en el monopolio de facto de Didi.

La irrupción de las dos compañías ha cambiado por completo el sector del transporte en las grandes ciudades. Cuando se alzaba el brazo en las calles pequinesas no era raro que parasen tres o cuatro taxis, pero encontrar uno ahora en fin de semana es quimérico. Hay pocos móviles en China sin la aplicación de Didi, de Uber o más probablemente de las dos firmes, siempre con precios más bajos que los taxis regulares.

“Proporcionar un servicio en las ciudades chinas y a los conductores y usuarios que viven en ellas sólo es posible con rentabilidad. Esta unión alisa el camino para que nuestro equipo y Didi compartamos una enorme misión y libera recursos importantes para audaces iniciativas sobre el futuro de las ciudades como la tecnología sin conductor o la logística”, ha señalado Kalanick en un mensaje dirigido a sus trabajadores.

MIL MILLONES DE PÉRDIDAS

La compañía de San Francisco estaba perdiendo más de 1.000 millones de dólares (895 millones de euros) anuales en China por laapuesta personal de Kalanick por el país, que la realidad ha finiquitado. Uber opera en 60 ciudades chinas y presta 60 millones de servicios semanales. Las cifras palidecen antes las de su competidor hasta hoy: el 87 % de los viajes, el 99 % de las reservas y 300 millones de usuarios registrados. “Didi es más barato, más rápido y me permite elegir coches mejores aunque tenga que pagar algo más”, señala Yang, financiera pequinesa de 27 años.

Una fuente citada por Reuters señala que el acuerdo incluye unainversión de Didi de 1.000 millones de dólares en Uber. El movimiento certifica que la compañía china está preparando el desembarco en el exterior. Hong Kong, Macao, Japón, Corea del Sur, Rusia y Europa están entre sus objetivos.

La rendición de Uber subraya los problemas de las multinacionales por hacerse un hueco en China, donde su entrada está lastrada por la censura o las vallas legales que protegen a los actores locales. Kalanick recordaba ayer que muchos le desaconsejaron emprender la iniciativa china y le tildaron de “ingenuo” y “loco”. Tras alabar a su equipo en el país, el presidente ejecutivo de Uber acababa reconociendo que la experiencia le había enseñado que el éxito consiste en escuchar tanto a la cabeza como al corazón.