Unicaja no mantiene «a día de hoy» ningún contacto con otro banco para realizar una fusión, pero analizará cualquier operación que «genere valor» para los accionistas, incluso aunque no la lidere. Eso sí, el director financiero, Pablo González, defendió ayer que la decisión corresponde a su consejo y no se tomará por «presiones del regulador ni de nadie», que en cualquier caso dijo no sentir. El banco ha sido tradicionalmente muy exigente para cerrar operaciones, con ejemplos como las fusiones frustradas con Caja Castilla-La Mancha, Cajasur.

La entidad ganó 172 millones de euros el año pasado, un 12,9% más. El banco reservó 230 millones para pagar los costes de reestructuración que le permitirán reducir sus costes en 70 millones y un 3% anual entre el 2020 y el 2022, según su plan estratégico.

Su consejero delegado, Ángel Rodríguez de Gracia, apuntó que podría cerrar en torno a 100 de sus 1.046 oficinas, pero no dio cifras sobre el recorte de plantilla, que suma 6.719 empleados. Con todo, recordó que la política de la entidad ha sido tradicionalmente «no hacer EREs (expedientes de regulación de empleos)», sino acordar planes de incentivos para bajas voluntarias.