Para que el gobierno federal de Bélgica pueda firmar el acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y Canadá(denominado CETA) está obligado a contar con el aval de sus parlamentos regionales, que por ley tienen competencias en política regional, pero el de Valonia ya ha dicho este viernes que el pacto no le satisface y que no piensa dar luz verde. La Comisión Europea asegura que la decisión no cambia los planes, y que se votará el martes 18 en el Consejo de ministros de comercio de la UE y que se firmará, tal y como está previsto, el próximo 27 de octubre. Para el primer paso no se necesita unanimidad, pero la firma del pacto necesita la ratificación de los 28 miembros de la UE.

“Noy voy a dar plenos poderes al gobierno federal y Bélgica no firmará el CETA el 18 de octubre”, ha indicado el ministro presidente valón, Paul Magnette, durante un debate de dos horas y antes de que la cámara aprobara una moción con el voto favorable de los 46 diputados socialistas, ecologistas, democristianos y del partido de la extrema izquierda, y los 16 en contra de los liberales. El socialista valón asegura que su partido no rechaza definitivamente este acuerdo pero considera que la declaración conjunta negociada entre la UE y Canadá para tranquilizar a las voces críticas “no ofrece las suficientes garantías” y tampoco “tiene el mismo valor jurídico” que el tratado.

Pese a las presiones políticas de los últimos días del gobierno federal, de Francia y de Canadá, Valonia se suma así al bloqueo impuesto el pasado miércoles por el parlamento de la federación Valonia-Bruselas que también ha reclamado una revisión del CETA. “Parémoslo mientras todavía hay tiempo y reabramos las negociaciones para corregir el tratado, de aquí a finales de año o principios del próximo”, reclamaba esta semana el presidente del parlamento valón, André Antoine.

Los críticos insisten en que el pacto beneficiará a las grandes empresas, que rebajará los estándares y normas europeas en vigor, reducirá la capacidad de actuación de los estados y no protegerá las excepciones agrícolas. Lo cierto, se quejan otros, es que el acuerdo incluye protección para 143 indicaciones geográficas de productos europeos de gran calidad como el queso feta o el roquefort y si no hay productos belgas en la lista es porque la oposición no ha actuado antes. “Toman de rehén a Bélgica y a Europa. ¿Cómo vamos a seguir siendo creíbles si impedimos a los otros 27 avanzar?”, se quejaba la diputada liberal Virginie Defrang-Firket.

PRESIONES

Pese al torpedo que supone la decisión, el proceso sigue su curso. Los ministros de comercio de la UE se reúnen este próximo 18 de octubre en Luxemburgo con el objetivo de aprobar el pacto provisionalmente. Una decisión que no requiere de la unanimidad lo que significa que una eventual abstención de Bélgica no bloquearía en esta fase el proceso. La ratificación en cambio, prevista para el 27 de octubre durante la cumbre bilateral UE-Canadá y a la que asistirá el primer ministro canadiense Justin Trudeau, si requiere de la firma de los 28 lo que augura problemas y mucha presión sobre Bélgica. “El proceso sigue en marcha… Mientras se arreglen para el día 27”, zanja un alto funcionario europeo.