El pasado mes de junio, solo el 25,9% de los 130.519 vehículos que se matricularon en España eran diésel,mientras que un 63,4% correspondió a modelos de gasolina. Según datos ofrecidos por la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac) no se veía un reparto similar desde el año 1994,hace 25 años, cuando la cifra fue del 25,4% y del 74,6%, respectivamente.

Desde mediados de la década de los 90 la cuota de mercado de vehículos diésel aumentó. En 2007 y 2010 registró sus mejores cifras con un 71% de las ventas y siguió creciendo de forma sostenida hasta el año 2013, cuando llegó a representar un 70%.

A partir de entonces, la gasolina y la irrupción de las nuevas propulsiones, sobre todo la híbrida y la eléctrica, le han arrebatado espacio. Entre el 2013 y el 2017, las ventas de vehículos alimentados por gasóleo se mantuvo en una horquilla entre el 66% y el 56,8%. El dieselgate también contribuyó en esta etapa a restar ligeramente cuota de mercado al diésel.

En 2018 todo cambió. Desde las administraciones y entidades ajenas al sector se demonizó a este combustible y se le acusó de ser muy contaminante, sobre todo en emisiones de NOx (Óxidos de Nitrógeno). Lejos de ser cierto, dichas emisiones están equiparadas a los modelos de gasolina actuales.

El problema son los diésel antiguos. El parque español es de los más viejos de Europa con una media de 12,2 años. Además, el aumento de los coches de gasolina ha significado el aumento del CO2, donde los diésel sí son menos contaminantes.

Hace unos días, Teresa Ribero, ministra para la Transición Ecológica en funciones, manifestó públicamente que al coche diésel le queda mucha vida, aunque recordó que el Gobierno mantiene su intención de gravar el combustible.