Parece que el horizonte normativo del 2021 está empezando a fraguar el mapa del sector del automóvil en Europa. El endurecimiento de los límites de emisiones de CO2 llegará hasta marcar los 95 gramos por kilómetro, imponiéndose una sanción de 95 euros por cada gramo que supere la gama completa de cada uno de los fabricantes, multiplicado por el número de coches vendidos en el 2020. Solución: o menos ventas o más eléctricos. Mientras todo el mundo se preparara para ese momento, el mercado español sigue inmerso en una tendencia negativa y tras un repunte del 2,6% en abril, las cifras de mayo revelan una caída del 7,3%, acumulando un -5,1% en los cinco primeros meses.

El descenso de las ventas de turismos y todoterrenos se alinea con las cifras de producción que en los cuatro primeros meses de año también arrojaron un retroceso del 5,5% respecto al periodo enero-abril del 2018. La debilidad de los mercados europeos, de los que España es muy dependiente, hace que la producción también se resienta. El canal de particulares es el más castigado y durante el mes de mayo retrocedió un preocupante 11%, culminando nueve meses de retroceso.

Los turismos son los más afectados, tanto por la nueva normativa como por el descenso de producción, y algunos fabricantes podrían estar empezando a preparar el terreno para una reducción de estoc antes del 2020 para evitar, por si acaso, enfrentarse a sanciones que podrían llegar en total a los 30.000 millones por incumplimiento de normativa de emisiones. A todo ello habrá que sumar la nueva directiva de la Unión Europea que obligará a los nuevos vehículos matriculados a partir del 2020 a introducir elementos de seguridad adicionales que, obviamente, potenciarán un incremento de los precios a partir de finales del 2019.

La única solución que se vislumbra es la de fomentar la electrificación masiva de la oferta automotriz. Una decisión que también incrementará el precio.