A Mark Zuckerberg hay que reconocerle que, al menos, no se engaña sobre la decaída situación en que se encuentra desde hace un tiempo como emblema de todo lo bueno que puede traer la innovación tecnológica tras la cascada de crisis y escándalos que han sacudido Facebook. Con esa admisión se ha presentado este miércoles ante el Comité de Servicios Financieros del Congreso de Estados Unidos, donde una vista que iba a estar centrada en Libra, la criptomoneda que anunció en junio, se ha ampliado para convertirse en escenario y recordatorio de múltiples batallas familiares: privacidad, propagación de desinformación, injerencia en procesos electorales, falta de diversidad, discriminación...

“Creo que esto (Libra) es algo que es necesario construir pero entiendo que ahora mismo no soy el mensajero ideal. Estoy seguro de que la gente desearía que cualquiera menos Facebook estuviera ayudando a proponerlo”, ha declarado. Luego ha pasado a defender el proyecto, que despierta sospechas globales y entre los legisladores estadounidenses y los reguladores, a cuya aprobación se ha comprometido a esperar antes de lanzar la criptomoneda en cualquier lugar del mundo.

NACIONALISMO Y SOMBRAS CHINAS

Zuckerberg ha recordado que Facebook (a la que investigan por posibles violaciones de leyes antimonopolio los fiscales generales de 47 estados y el Distrito de Columbia, y en otro caso los investigadores federales) es solo uno de los integrantes de la Asociación Libra, con 22 miembros, basada en Suiza. Y su defensa de la criptomoneda se ha basado en parte en su discurso habitual (“Facebook trata de poner el poder en manos de la gente”) y en parte en un mensaje nacionalista de dominio estadounidense aderezado con sombras chinas.

Libra, ha dicho, “va a estar apoyada sobre todo por dólares” y potencialmente “ampliará el liderazgo financiero de América en el mundo así como nuestros valores democráticos”. En otro guiño, y cuando le han preguntado qué pasaría si en la bolsa de monedas que respaldará la criptomoneda se metiera la china rebajando el peso del dólar, ha asegurado que consideraría “completamente razonable” para los reguladores estadounidenses “intentar (implementar) una restricción que establezca que tienen que ser principalmente dólares”.

“Si América no innova nuestro liderazgo financiero no está garantizado”, ha advertido también. “Mientras debatimos estos temas el resto del mundo no espera. China avanza rápido en el lanzamiento en los próximos meses de una idea similar”.

Su mensaje tiene especial calado entre los congresistas republicanos pero no así entre los demócratas, y las tensiones entre los progresistas y Zuckerberg se han vuelto a evidenciar. Ante su insistencia de que el proyecto ayudará sobre todo a los pobres y a quienes ahora tienen difícil o nulo acceso a los servicios bancarios, le ha caído una lluvia de recriminaciones, entre ella la del representante neoyorquino Gregory Meeks. “Facebook es una empresa de miles de millones de dólares, de billones...¿Cuánto de su dinero está en instituciones minoritarias de depósitos?” Probablemente no esperaba respuesta. No la habido.