La encuesta preelectoral que hoy presenta EL PERIÓDICO dibuja un panorama para el 26-J prácticamente igual al del 20-D, si no fuera por una importante novedad: el acuerdo entre Iglesias y Garzón trastoca la correlación de fuerzas a la izquierda y sitúa un pacto entre Unidos Podemos y el PSOE más cerca de la mayoría absoluta que no entonces.

De hecho, la coalición liderada por Pablo Iglesias obtiene un resultado similar al que Podemos e IU recogieron por separado el 20-D, pero el hecho de compartir una misma lista les permite por un lado, superar al PSOE y, por otro, aprovechar mejor los votos recibidos cuando llega el momento de repartir los escaños. Así, con unos resultados similares, Unidos Podemos obtiene una quincena de diputados más que el 20-D, en detrimento no solo del PSOE, sino también del resto de partidos y en particular del PP.

Ahora bien, no todo son buenas noticias para la formación morada, ya que los votantes de IU no parecen del todo seducidos por Iglesias. El cabeza de lista de la coalición obtiene un nota discreta entre el electorado de IU, un 5,1, y solo un tercio de los votantes que el 20-D optó por Alberto Garzón cita ahora Pablo Iglesias como su candidato a la presidencia del Gobierno. Ahora bien, a la hora de acudir a las urnas, los votantes de IU son fieles a las directrices de su partido y casi un 70% declaran que optarán por Unidos Podemos, no muy lejos del 80% que se registra entre los que el 20-D optaron por Podemos. La capacidad de Iglesias para mantener la fidelidad de los votantes de IU durante toda la campaña, teniendo en cuenta las dudas que genera su figura entre ellos, será clave para asegurarse un buen resultado.

En cualquier caso, a día de hoy, el PP ganaría las elecciones generales con un resultado prácticamente igual que el del 20-D, aunque se podría traducir en hasta 10 escaños menos que entonces. Los populares son los que presentan un electorado más fiel, pero deberán trabajar para atraer nuevos votantes si quieren aspirar a algo más que a repetir los resultados de los últimos comicios.

Por el contrario, el PSOE es, de las cuatro grandes formaciones, la que presenta una fidelidad más baja y la que sufre más fugas de voto hacia otras formaciones, especialmente hacia Unidos Podemos y Ciudadanos, aunque también los recupera de otros . Así las cosas, los socialistas tendrán que trabajar duro para igualar los resultados del 20-D y recortar la ventaja de que en estos momentos se los lleva la coalición liderada por Iglesias. Detener las fugas de voto hacia otros partidos debería ser su prioridad, pero es una misión compleja dado que sufre a la vez hacia la derecha y hacia la izquierda.

Finalmente, hay que hablar de Ciudadanos, que mejoraría sensiblemente sus resultados del 20-D, gracias a los trasvases de voto que sigue recibiendo desde las filas del PP y el PSOE, aunque debe mantenerse alerta porque una parte significativa de su electorado se muestra dubitativo y podría fluctuar en función de cómo se desarrolle la campaña.

Precisamente, el pasado diciembre la campaña fue decisiva y los resultados finales variaron significativamente respecto a las encuestas preelectorales realizadas tres semanas antes, especialmente en el caso de las formaciones emergentes. Ahora bien, esta vez la situación de partida es diferente, ya que Unidos Podemos entra en la campaña mostrando una gran fortaleza y ondeando la bandera de la polarización con el PP. La capacidad de resistencia del PSOE ante las llamadas al voto útil por parte de Unidos Podemos y a la moderación por parte del PP y Ciudadanos será clave, no solo para ver cómo se acaban de configurar los partidos de izquierda en España, sino también para ver qué peso tendrán en el Congreso ante el bloque formado por PP y C 's y, como consecuencia, qué pactos postelectorales se acaban dibujando.