A Albert Rivera le costó encontrar su hueco en el debate durante más de una hora, pero poco a poco lo logró. Pese a que hasta ahora, en la precampaña y en los mítines, Podemos había sido la principal diana de sus ataques, el líder de Ciudadanos salió con el objetivo de buscar el cuerpo a cuerpo con Mariano Rajoy, para intentar retener a los votantes que le cedió el PP en diciembre. Rivera le acusó de “triunfalista” y le afeó que saque pecho de sus medidas económicas pese a la alta tasa de desempleo, pero el presidente en funciones estaba en ese momento encajando el ataque de todos contra él y no se entretuvo en responder al dirigente catalán.

Más suerte tuvo cuando llegó el bloque sobre políticas sociales y, sobre todo, el de regeneración democrática. En el primer apartado, consiguió contraponer las medidas que propone con las del PP y también contra Iglesias, al que acusó de recibir dinero de Venezuela para financiar su partido. En el segundo le recordó a Rajoy su “sé fuerte” a Luis Bárcenas y le recordó los papeles según los cuales Rajoy cobró dinero b. “Yo no le voy a llamar indecente, no le voy a insultar, pero le voy a hablar de corazón. España merece un nuevo Gobierno con gente del PSOE, del PP y de Ciudadanos”, le dijo.

El máximo dirigente del PP se revolvió ante las acusaciones de haber cobrado dinero negro y trató de devolverle el golpe sin demasiado éxito.

Los periodistas le preguntaron directamente a Rivera sobre si vetaría a Rajoy al frente de un nuevo Gobierno y el líder de Ciudadanos no se atrevió a repetir una idea que ha sugerido en muchas ocasiones y que en los últimos días ya ha diluido. “Aquí no hay vetos”, afirmó.