Pedro Sánchez equiparó durante el debate a Mariano Rajoy y Pablo Iglesias, a quienes todas las encuestas colocan en las dos primeras posiciones, como “extremos que coinciden”. La coincidencia, explicó el líder socialista este lunes, reside en que votaron en marzo contra su investidura, impidiendo medidas como la derogación de los “aspectos sustanciales” de la reforma laboral, la recuperación de la sanidad universal y una reforma fiscal para que paguen más los que más tienen.

Ese fue el mensaje central del aspirante del PSOE, que recordó sin pausa, casi en cada una de sus intervenciones, que pudo haber sido presidente del Gobierno, que las elecciones del próximo 26 de junio podrían haberse evitado, pero que fueron Rajoy e Iglesias quienes frustraron su proyecto, basado en el pacto con Ciudadanos.

Sánchez intentó lucir un perfil presidencial, presentándose como la alternativa al PP y resaltando las principales propuestas de su partido. Sin cometer fallos, pero también sin arriesgar pese a que los sondeos le colocan en tercer lugar, obvió a Albert Rivera y atacó a Rajoy por el aumento de la desigualdad en España y la corrupción, en un tono más sosegado que en su cara a cara de diciembre, cuando llamó “indecente” al jefe del Ejecutivo en funciones, palabras de las que ahora se arrepiente. A Iglesias intentó minarle subrayando su defensa de un referéndum sobre la independencia en Catalunya, pero sobre todo con el insistente recuerdo, en ocasiones monotemático, a su fallida investidura.

SIN CONCRECIÓN EN PACTOS

Y así como el líder de Podemos apenas entró en las críticas de Sánchez ("te equivocas; el adversario es Rajoy, Pedro", le dijo), el candidato socialista tampoco aclaró qué haría si se produce el temido 'sorpasso' en votos y escaños del partido morado, forzando al PSOE a elegir entre abstenerse con Rajoy y permitir su continuidad o aupar a la Moncloa a Iglesias. La pregunta no será contestada hasta después de los comicios.