La tradicional pegada de carteles brilló ayer casi por su ausencia en Castellón, salvo por el caso de la coalición Compromís-Podemos-EU A la Valenciana, única formación que también respetó la costumbre de la cena de sobaquillo para reponer fuerzas antes de afrontar la noche de brocha/escoba y recorrido por las calles. Fue un arranque de campaña atípico en casi todos los casos, una segunda vuelta de unas elecciones generales que es histórica en el sentido de inédita. Nunca antes se vio nada igual.

Como tampoco se vio que una formación política directamente prescindiera de los carteles e, incluso, de los actos electorales en la noche de comienzo del periodo oficial previo a los comicios. Es el caso del Partido Popular de Castellón (PPCS). Su cabeza de lista por la provincia al Congreso, Miguel Barrachina, quiso poner, además, en valor este hecho al señalar que “mientras los demás miran las paredes, el PP mira a las personas”.

Barrachina recordó que su partido ha reducido la campaña a la mitad y que el dinero que se ahorre se destinará a fines sociales, desde la premisa de que estos comicios son “un fracaso de la clase política”, que no ha sido capaz de llegar a acuerdos de Gobierno tras el 20-D.

Por su parte, los socialistas sí hicieron un acto de inicio de campaña en su sede, en el que pegaron carteles sobre un panel. Después, sin la convocatoria para el convencional sopar de pa i porta en el local de la calle Carcagente, sí hubo un acto en un establecimiento del centro de la ciudad de tono cultural, que contó con el escritor y diputado autonómico Fernando Delgado.

En cuanto a Ciudadanos (C’s), los candidatos a Congreso y Senado por Castellón llevaron a cabo en la capital de la Plana una pegada de carteles simbólica. Comenzaron el día con un desayuno informativo en el que presentaron programa y campaña, con la mejora de la calidad de vida de los castellonenses como su principal objetivo declarado.

En todo caso, fueron los candidatos de A la Valenciana los que no dejaron cabo suelto del guión tradicional. A la pegada simbólica, aún de día, siguió la cena de sobaquillo en el local La Teixidora y, por último, la mencionada noche de brocha y cola. H