Cuando vivíamos única y exclusivamente del bipartidismo político y la alternancia en los diferentes gobiernos --estatales, autonómicos, provinciales o municipales-- era cosa del PP y el PSOE. Se imponía el llamado voto útil como estrategia de los dos grandes para minar al pequeño en pos de mantener esa supremacía. Pasó con el PP y Unió Valenciana aquí, en la Comunitat, hasta que Zaplana logró fagocitar al partido regionalista del fallecido González Lizondo; y también el PSPV-PSOE con Esquerra Unida o el Bloc. En esta campaña electoral, aunque lejos ya de las abrumadoras mayorías de populares y socialistas, ha vuelto con inusitada fuerza la estrategia del voto útil, que como saben no es otra cosa que apelar a que te voten aquellos que puedan tener una misma o parecida ideología, y que saben que su primera opción en las urnas no va a poder gobernar.

Pero esta vez los actores han cambiado y en esta segunda vuelta sin necesidad de reformar la ley electoral, sigue el PP y se cuela Podemos (A la Valenciana entre nosotros) en detrimento de un PSPV en horas bajas. Los primeros quieren rascar de Ciudadanos y los segundos, engullida ya Esquerra Unida y en coalición con Compromís, aspiran a robarle a los socialistas para cumplir el pronóstico de la gran mayoría de las encuestas preelectorales con el temido sorpasso. H