El partido que hace once meses no era más que una fuerza extraparlamentaria a la derecha de la derecha del PP se ha convertido en la tercera fuerza política de España, tras multiplicar por dos su presencia en el Congreso, "la gesta política más rápida y más fulgurante de la democracia española" en palabras de su líder, Santiago Abascal.

Aupado por 3,6 millones de votos, Vox ha registrado una evolución meteórica pasando de los 24 escaños que obtuvo hace seis meses a los 52 con que ahora se presenta como "alternativa patriótica" para llevar al Tribunal Constitucional "las leyes liberticidas que otros partidos han dejado pasar", frenar a "las autonomías", exigir "seguridad en las fronteras" y "dar voz a los españoles que no se sienten representados".

Fue el cuádruple compromiso que desgranó ayer Santiago Abascal en una única intervención pública, no específicamente ante la prensa, sino ante algo más de 2.000 seguidores eufóricos que se congregaron eufóricos a la puerta de la sede de su partido.

Cambio cultural

Algo de gran calado ha sucedido en la política española el diez de noviembre, algo que para este líder emergente, antiguo miembro de las nuevas generaciones del PP, hijo de una familia alavesa amenazada por ETA y antiguo protegido en una covachuela del aparato popular madrileño de Esperanza Aguirre, es "un cambio político y cultural" por el que su partido de extrema derecha se puede permitir "decirle a la izquierda que ellos no tienen la superioridad moral".

En su opinión, el nuevo parlamento que sale de estos comicios tiene "una representación más fidedigna de lo que es el pueblo español". Por eso se felicitó, pues con su crecimiento dice haber "contribuido al perfeccionamiento de la democracia española", dijo.

Santiago Abascal no solo desgranó compromisos, también resultados. El más aplaudido por sus seguidores, los dos escaños obtenidos en Barcelona. Y además, la primacía en el recuento de votos de Murcia y Ceuta, con tres y un escaño respectivamente.

Ha sido también muy destacado el resultado en Madrid (siete escaños), Valencia y Alicante (tres en cada provincia), y ya se pueden considerar plazas fuertes de su geografía la circunscripción de Baleares y otras cuatro andaluzas, Cádiz, Málaga, Almería y Sevilla, que le han dado dos escaños cada una.

Vox ha sorpasado a las encuestas, que habían predicho a la formación de extrema derecha una media de entre 39 y 44 escaños. Solo la última de las últimas, publicada por 'El Periódic d'Andorra', había llegado a un vaticinio máximo, 53, cercano al resultado final.

Cataluña in mente

"Vox es la tormenta!", gritó el número tres del partido, Iván Espinosa de los Monteros, el viernes en el mitin de cierre de campaña en la madrileña plaza de Colón. Y dos días después, Abascal llamó a sus fieles a calmar la euforia a partir de este lunes, porque "queda la preocupación de la victoria del PSOE" y porque "aún hay incretidumbre sobre cómo se le va a devolver la libertad a tantos compatriotas catalanes secuestrados por una Generalitat en rebeldía", advirtió.

Ante un público que, mientras esperaba, coreaba el "Puigdemont a prisión", Abascal se dijo coprometido a ayudar a defender en el exterior a una "España que se ve pisoteada por sus socios, que se niegan a entregarle a los golpistas".

Vox ha entrado en la planta alta de la política española tentándose la ropa. Al cierre de urnas en la península, el portavoz de campaña del partido, Jorge Buxadé, dijo que "los sondeos son sondeos" y que como tales los valoraban "con calma y prudencia", y prefirió iniciar su intervención con una referencia a "la organización terrorista llamada Tsunami Democràtic" y el clima en Cataluña, dando sin pretenderlo, o sí, una de las claves de esta notable subida electoral.

Novio de la muerte

Mientras, en el exterior, con muchos menos ambages se concentraban a la puerta de la sede del partido jóvenes y viejos con banderas de España en busca de fiesta, para reservarse sitio a los pies del andamio montado para que Santiago Abascal les arengara.

Lo hacían a las puertas de un edificio nuevo, de cinco plantas, que Vox ha estrenado oficialmente para la ocasión, con unas puertas blancas de acero, macizas, pesadas, como de búnker.

Al término, la multitud coreó el himno del 'Novio de la muerte' como fin de fiesta. Casi todos los concentrados provenían de la propia ciudad de Madrid, con algunas excepciones. Preguntado un grupo de entusiastas, uno de sus integrantes, veinteañero, se identificaba gerundense. "Ah, ¿de Girona?", se le preguntó. Y uno de sus acompañantes, con los colores de España en una gorra beisbolera rectificó: "De Gerona, hablando con propiedad!".