Pocas veces un avance de 22 escaños sabe tan mal. Pablo Casado consiguió saltar este domingo de los 66 a los 88 diputados, pero vio cómo el líder de Vox, Santiago Abascal, se colocó como tercera fuerza en toda España, con 52 diputados. Los ultras capitalizaron el derrumbe de Ciudadanos (10 asientos) y, espoleados por la sentencia del procés y la exhumación de Franco, ganaron las elecciones en Murcia y Ceuta y superaron a los populares en votos en numerosas provincias, desde Girona y Tarragona hasta la mitad de las andaluzas.

Con un resultado que no arroja ninguna suma fácil ni en el bloque de la derecha ni en la izquierda, Casado dejó todas las opciones abiertas. Poco antes de la medianoche, salió a un escenario frente a la sede de Génova para celebrar el "buen resultado" de su partido. Afirmó que el secretario general del PSOE es el "gran derrotado" del 10-N, porque ha bajado en número de escaños y la "gobernabilidad de España es mucho más difícil" ahora que tras las elecciones de abril. ¿Qué es lo que va a hacer el PP ante este escenario de alianzas enrevesadas? No lo aclaró. Fue voluntariamente ambiguo. Primero dijo que esperará a ver "lo que plantea" Sánchez y que ejercerá su "responsabilidad" porque "España no puede seguir más tiempo bloqueada". Podría pensarse que el dirigente conservador barrunta una posible abstención. Pero poco después remató su corto discurso con una frase que parecía cerrar esa opción: "Lo que decimos es que ejerceremos nuestra responsabilidad y nuestra alternativa".

Estas últimas semanas, varios dirigentes del PP consultados por este diario aseguraron que, si el partido no llegaba a sumar con Vox y Ciudadanos, como es el caso, Casado debería abstenerse. Incluso elaboraban argumentarios para vender ante su electorado la decisión a cambio de varias condiciones, entre otras, líneas rojas con el independentismo catalán y en materia económica.

De hecho, este domingo, sobre las ocho y media de la tarde, el número dos del partido, Teodoro García Egea, salió a analizar la participación y los sondeos a pie de urna y lanzó una idea que el presidente del PP no se atrevió a repetir después, ya con los resultados en la mano. El secretario general afirmó que, si el PSOE perdía diputados, Sánchez "debería pensar en irse". Se le preguntó si esa marcha facilitaría una posible abstención del PP, pero no quiso contestar y se escabulló diciendo que "la única alternativa a Sánchez es Casado". Durante la campaña, el candidato popular a la Moncloa ha repetido mil veces que no facilitará la presidencia "a Sánchez", pero sin ampliar ese veto a todo el PSOE.

Los pactos de las derechas

Los populares empezaron la campaña decididos a tratar de reconquistar a los votantes de Albert Rivera, cuyo descenso fue augurado por todos los sondeos, y decidieron dejar a los de Vox para otra contienda. Sin embargo, el calendario de la actualidad ha acabado beneficiando a la formación de ultraderecha. El análisis sosegado de los datos tendrá que dejar espacio también al examen de la estrategia seguida por Casado y Rivera, que dieron carta de naturaleza a la formación de ultraderecha con sus pactos en la Junta de Andalucía, hace ahora casi un año, y después, tras las autonómicas de mayo, en gobiernos como el de Murcia, Castilla y León y Madrid. En todas esas comunidades, las tres últimas, feudos tradicionales del PP, Vox avanza varios puntos y en Murcia, incluso, gana los comicios.

El giro al centro del presidente del PP después de su batacazo de abril, cuando hundió al partido hasta los 66 escaños, le ha ayudado a recuperar espacio (más de 630.000 votos) y reconquistar a votantes moderados. En el Senado, los populares lograron subir de 54 a 80 senadores, aunque con sus 14 autonómicos tampoco alcanzaron una mayoría absoluta que perdió el PSOE, que necesitará pactar con varios partidos para volver a dirigir la Cámara alta.