Pedro Sánchez seguirá sin coger el teléfono a Quim Torra si este le vuelve a llamar, porque cree que donde debe dar explicaciones el president de la Generalitat es en el Parlament, y aún más ahora que se ha conocido el sumario sobre los CDR detenidos por presunto terrorismo. El jefe del Ejecutivo cree que cometió una equivocación el pasado miércoles, al presumir de que la Fiscalía «depende» del Gobierno y que por lo tanto la posible extradición de Carles Puigdemont sería un mérito de la Moncloa. Cuando solo faltan dos días de campaña antes de las elecciones del próximo domingo, el líder socialista continúa apelando al miedo al auge de Vox para movilizar al electorado progresista. Y aunque sigue sin desvelar con quién quiere pactar su hipotética investidura, su intención pasa por gobernar en solitario, en minoría, buscando acuerdos en lo social con Unidas Podemos y en lo territorial con el Partido Popular y Ciudadanos.

No suele ser común que los líderes políticos reconozcan sus errores, pero eso es lo que hizo el candidato socialista este jueves en La Sexta. «No fui preciso en la afirmación que hice. Eso me contraría, porque siempre he respetado la independencia de la Fiscalía», señaló Sánchez, atribuyendo al «cansancio» sus palabras, que provocaron un enorme malestar en el ministerio público y las críticas de casi todos los partidos, desde el independentismo catalán a la derecha española.

MENSAJES // Dentro de una estrategia socialista de diseño muy conservador, en la que los mensajes del aspirante son escasos y siempre van dirigidos a retratarse como el único que puede poner fin al «bloqueo» y evitar una nueva repetición electoral, las manifestaciones de Pedro Sánchez sobre la Fiscalía fueron su primer tropiezo en una campaña que viene absolutamente condicionada por la situación en Cataluña.

Un día después de que se conociera el sumario de la operación Judas, que apunta a la fabricación de explosivos por parte de los CDR detenidos y refleja sus presuntos vínculos con Torra, con quien según uno de los arrestados planearon encerrarse en el Parlament, Sánchez ha pedido al president que rinda cuentas en la Cámara catalana. «Tiene que comparecer y explicar qué verosimilitud da a estas informaciones», manifestó el presidente del Ejecutivo en funciones.

LA ULTRADERECHA // El otro gran asunto de esta campaña, también relacionado con la crisis territorial, es Vox, el partido de ultraderecha al que todas las últimas encuestas colocan en tercer lugar, aupado por los incidentes violentos en las calles catalanas tras la sentencia del procés. Sánchez responsabilizó a la pasada guerra interna en el PP de la irrupción del partido de ultraderecha. «Vox no es más que un invento de José María Aznar para desestabilizar a Mariano Rajoy», subrayó el líder socialista, recordando que la formación ultra contó con personas cercanas a Aznar, como Alejo Vidal-Quadras, y que el propio expresidente del Gobierno hablaba de Santiago Abascal como «ese chico con grandes cualidades».

Pero Vox, al mismo tiempo, puede servir para movilizar al electorado de izquierdas en unas elecciones en las que, en principio, ante el enfado por la falta de acuerdo el pasado verano entre el PSOE y Unidas Podemos, la participación de este sector de los votantes será menor que en el mes de abril. «La amenaza de la ultraderecha necesita ser frenada y para eso hay que convocar a todos los progresistas de este país», manifestó Pedro Sánchez.

PACTOS // El presidente en funciones, mientras tanto, continúa sin desvelar con quién intentará pactar tras los comicios, siempre que la derecha no sume, y apuesta por un Ejecutivo monocolor, basado en la llamada geometría variable. «En función de las políticas, miraremos a uno u otro lado», avanzó Sánchez. En «justicia social», explicó, hay sintonía con Unidas Podemos. Pero en materia de «convivencia», detalló, en alusión a la crisis territorial, «hay que incorporar al Partido Popular y a Ciudadanos», resaltó el líder socialista antes de viajar hacia la Comunitat Valenciana, donde le aguardaba un mitin en la Pérgola de Castelló.