La campaña electoral empieza hoy lunes y termina mañana martes. Dicho de otro modo, lo que llevamos de contienda ha resultado ser intrascendente en la intención de voto (casi nada se mueve en las encuestas), de modo que los debates en RTVE y Atresmedia se perfilan como los más determinantes en la historia de la democracia española. Los electores apolíticos, desafectos, desinteresados en la gobernabilidad del país, se marcharon de Semana Santa sin pensar en el 28-A y lo previsible es que construyan su decisión (a quién votan o si se abstienen) a través de unos enfrentamientos televisivos que seguirán a fogonazos, no al completo, y en especial, elegirán marcados por el veredicto que se instale en la opinión pública después sobre quién ganó y quién perdió. Nunca había habido una campaña tan átona, nunca los debates podían ser tan decisivos.

Los partidos afilan sus armas en estas últimas horas para llegar a ese elector no politizado, que no va a los mítines, que no lee los programas, más fácil de seducir a través de las emociones que con argumentos racionales. Los votantes apolíticos que no sean persuadidos en los debates se quedarán en casa el domingo, de modo que los politólogos estiman que la gran incógnita de estas generales, la participación, se juega en los platós de televisión.

Pedro Sánchez sale con estrecho margen para ganar votos y el riesgo de perder parte de los conquistados. Será el objetivo a batir de Pablo Casado y Albert Rivera, que tienen doble tarea: minar la credibilidad del presidente y erigirse en líderes de la derecha. Pablo Iglesias se reivindicará como el guardián de las esencias progresistas. Y Vox, sin estar, será protagonista.

«En esta Semana Santa hay un gran número de electores alejados de la política que no se han informado de la campaña, que han estado fuera de la discusión, es gente no politizada que ahora vuelve a una semana laboral en la que los debates serán clave para que elijan qué hacer», defiende Sílvia Claveria, doctora en Ciencias Políticas por la Universidad Pompeu Fabra.

«Hasta ahora no ha habido campaña. Sánchez metió una inyección de cloroformo al hacerla coincidir con la Semana Santa y eso ha generado una distancia psicológica tremenda sobre la fecha electoral. Los electores han pospuesto su decisión, especialmente en el centroderecha», coincide el consultor en estrategias electorales Ignacio Varela. El politólogo profesor de la Universidad Carlos III, Pablo Simón, subraya que lo determinante es quién gane el posdebate, algo que «no se mide en términos de victoria sino de eficacia».

cuestión clave / «La campaña no ha movido prácticamente voto. Así que hay dos hipótesis. Que mucho indeciso quede afectado por el debate y decida ahí, o que no les convenzan, se queden en la abstención y la participación no sea tan alta como se presume», opina el consultor político Ismael Crespo.

Donde no hay dudas entre los expertos es en que los bloques temáticos previstos en TVE (economía, política social, modelo territorial y pactos poselectorales) solo van a servir de telón de fondo para resolver las dos preguntas clave. Una, si Sánchez es confiable. Iglesias se erigirá en perro guardián del Gobierno, en contrapeso, ante la dificultad de confrontar en términos ideológicos con el PSOE. Casado y Rivera, sembrarán dudas sobre el riesgo de dejar el país en manos de un aventurero, a quien tratarán de describir como un candidato obsesionado con la ambición de poder, capaz de poner en jaque la economía o la integridad territorial.

Y dos. Quién es el líder del arco derecho. Los candidatos de PP y Cs tienen a la mitad de sus electorados en la indecisión, de modo necesitan no atacarse en exceso como eventuales aliados, pero sí deben diferenciarse para imponerse sobre el otro. La duda es hasta dónde llegará el pulso en la derecha. «Lo lógico es que coordinasen sus estrategias. Si se enfrentan entre ellos están perdidos», sostiene Crespo.

Vox será el protagonista ausente, porque lo previsible es que Sánchez invoque el riesgo al auge de la ultraderecha y acuse a PP y Cs de escorarse por la influencia de Santiago Abascal, que se colará en la actualidad mañana con un mítin en Madrid. Otro ausente presente puede ser el presidente Quim Torra, citado por Casado y Rivera como «socio» del PSOE.

España se asoma a dos jornadas inéditas. No hay precedentes de dos debates electorales en días consecutivos (hoy en RTVE -100 minutos- y mañana en Atresmedia) lo que genera mayor incertidumbre. En principio los expertos apuestan porque los candidatos salgan con mayor cautela en la primera cita y que arriesguen algo más en el plató del operador privado, especialmente la oposición. La segunda noche, insisten, puede quedar muy contaminada por lo que haya ocurrido la jornada anterior. El factor humano, los errores, serán cruciales.

No siempre quien gana un debate gana las elecciones. En la memoria colectiva, la ida y la vuelta de los mantenidos Felipe González y José María Aznar en 1993. El socialista, sin apenas haberse preparado, perdió el primer pulso, pero en el segundo consiguió dar la vuelta al marcador del debate y de las elecciones, que ganó contra pronóstico.