Si hubo un momento claro en que el debate se tensó fue, sin duda, cuando salió a colación el asunto de la violencia machista. El líder del PSOE, Pedro Sánchez, exhibió un par de veces ante las cámaras una circular supuestamente emitida desde una consejería andaluza en manos de Cs: se reclaman datos personales de funcionarios que trabajan contra el maltrato a las mujeres, denunció. «Lo que pedía Vox, las listas negras», alertó el presidente, avisando de lo que podría venir si las tres derechas suman. Si ese asunto ya puso el ambiente feo entre Sánchez y Albert Rivera, la cosa empeoró cuando se debatió sobre el endurecimiento del Código Penal para dejar claro que todo lo que no es un sí en relaciones sexuales puede ser delito.

El jefe del Gobierno cargó contra Pablo Casado por las polémicas declaraciones de su compañera, Cayetana Álvarez de Toledo. Casado se defendió como pudo y dijo que la mejor política contra la violencia de género es dar empleo a mujeres. Sánchez replicó que el comentario era ofensivo, porque el nivel económico o cultural poco tiene que ver con las agresiones. Se enzarzaron en un intercambio de calificativos gruesos. Rivera le echó una mano al líder del PP en esto. Pablo Iglesias, por su lado, se ofendió y aconsejó a Álvarez de Toledo que pida perdón y que se pacten medidas.

Por otro lado, la posibilidad de que la próxima legislatura España se dote de una ley de eutanasia parece más cerca.

Al menos, así se desprendió del hecho de que más allá de reproches mutuos, PSOE, Ciudadanos y Unidas Podemos demandan legislar esta figura. El Partido Popular se apea del asunto. G. ROBLES