El candidato de Unidas Podemos, Pablo Iglesias se valió de la resaca de los dos debates electorales en el penúltimo día de campaña, manteniendo una imagen desconocida en el líder morado: tono profesoral, alejado de los ataques, discusiones e insultos y, sobre todo, centrado en hacer propuestas. Con ese talante lamentó desde Vigo que «la derecha solo hable de Cataluña y el PSOE de Vox». Tras la crítica, sacó su orgullo a relucir: «Parecía que iba a ser imposible hablar de las cosas que le importa a la gente. Lo hemos conseguido, sin insultar a nadie, simplemente diciendo verdades», sentenció.

A tres días de que los ciudadanos sean llamados a las urnas, Iglesias fue hasta Galicia, uno de los feudos de su partido, donde su marca regional, En Marea --hora En Común - Unidas Podemos- obtuvo cinco escaños en las elecciones de 2016. Arropado por sus compañeros, el secretario general de Podemos aseguró que «la gente en este país está demostrando que no se deja engañar» por los insultos de PP y Cs a los independentistas ni por el «que viene el lobo» que esgrime los socialistas en referencia a Vox.

En el foco puso los temas estrella de su campaña -empleo precario, vivienda, energía...- y afirmó que «los problemas hay que llenarlos de contenido haciendo propuestas», explicó. Hizo un resumen de lo argumentado en las últimas dos semanas y, sin más sorpresas y sin salirse del guión, terminó el mitin.

Sobre pactos poselectorales, Iglesias reconoció, en una entrevista en RNE, que prefiere «gobernar con el PSOE y tener mayoría entre los dos» a depender del voto de los partidos independentistas catalanes, aunque les tendería la mano para cualquier negociación. Para que den los números, sentenció que la papeleta de Unidas Podemos en el 28-A representará un voto que «vale doble»: para «frenar a la derecha sin ninguna duda» y, además, para «llevar a cabo un programa progresita».