Dos castellonenses, Mª José Salvador, de la Vall d’Uixó; y Vicent Marzà, de la capital, son dos nombres por los que se apuesta para que repitan en sus puestos en el nuevo Botànic, probablemente, al frente de las mismas carteras, Obras Públicas y Educación, respectivamente.

En este ejecutivo que el morellano Ximo Puig, que encarnará al tercer presidente consecutivo de la provincia, tras su propia primera legislatura y la de su antecesor y exalcalde de Castelló, Alberto Fabra, podrá formar a su manera en mayor medida que hace cuatro años, entrarían Salvador y Marzà por su trayectoria en el Gobierno valenciano. Podrá hacerlo por la mayor fuerza que las urnas le han concedido frente a un Compromís a la baja y un Podem que cae con fuerza.

En todo caso, hay más razones que apuntan hacia la permanencia de la valldeuxense y el castellonense, ya que ambos comparten que en sus consellerias no ha habido conflictos internos por la convivencia entre socios, que sí se han dado en otras. Ahí está, además, la buena relación de Marzà con el president, pese a su distinto signo político.

caras nuevas // Por otra parte, no se descarta que el fichaje independiente de Puig en Castellón, Carlos Laguna, quien ha dejado la presidencia de la Confederación de Personas con Discapacidad Física y Orgánica de la Comunitat, para incorporarse a la lista socialista, y es ya diputado electo, ocupe un cargo, como mínimo en el segundo escalón de la administración autonómica. Se repetiría así el caso de Enrique Vidal, quien tras los comicios del 2015 entró directamente en el segundo escalón con una situación de partida parecida a la de Laguna y es ahora director general de la Ciudad de las Artes.

En las estimaciones que inundan en estos días los mentideros políticos tiene peso también el que ha sido diputado de Podem por Castellón, César Jiménez, toda vez que su talante negociador y su capacidad de trabajo le permitirían acceder a cargos por la cuota de la formación morada.

remodelación // La entrada de los podemitas en el Ejecutivo podría ser, de darse una razón para que Puig decidiera reestructurar su Consell ampliando sus áreas con dos o tres más, de las que una podría nacer de transformar en conselleria la secretaría de Turismo que ahora depende de presidencia. Faltaría ver si, de darse el cambio, su titular, el también castellonense Francesc Colomer, se mantendría al frente.

Igualmente, también podrían desdoblarse Agricultura y Medio Ambiente. O, por el contrario, el president estaría en condiciones de imponerse y reducir o mantener el número de carteras y, dejando atrás el mestizaje interno que tantos problemas ha causado en departamentos como este último y en Economía --se da por hecho que su responsable, Rafa Climent, no repetirá--, hacer un reparto por consellerias entre los socios de su Ejecutivo. Mientras, no faltan voces que reclaman la supresión por su ineficiencia de Transparencia, al tiempo que se valora dotarla de más competencias para justificar su permanencia como departamento.

Todo, desde el talante que mueve a Puig hacia los pactos y a continuar batiendo récords de estabilidad, como hasta el momento.