La principal novedad llegó nada más comenzar el debate. Pedro Sánchez había jugado a la indefinición sobre los pactos durante toda la campaña. Mientras Pablo Iglesias le preguntaba cada día que aclarase si pensaba acordar su posible investidura con Cs o con Podemos, el presidente del Gobierno callaba, dentro de su estrategia de mirar a su derecha y a su izquierda, buscando antiguos votantes naranjas y morados. Pero esta vez, en su primera respuesta, cerró la puerta a una alianza con Albert Rivera, que a su vez se comprometió hace varias semanas a no entenderse con Sánchez. «No está en mis planes llegar a un acuerdo con un partido que ha puesto un cordón sanitario al PSOE», dijo el presidente.

Su intención es aliarse con Podemos, pero sin que los morados entren en el Gobierno, como pide Iglesias. «Lo primero será acordar un programa -dijo el líder de Podemos-. Pero si los ciudadanos votan opciones diferentes, las formaciones políticas deben buscar acuerdos para trabajar juntos. Los gobiernos de coalición servirán para que no haya un partido que haga lo que quiera con arrogancia». Sánchez, en cambio, apeló al voto útil y al miedo a Vox. «Si suman las derechas, van a hacer lo que han hecho en Andalucía. Hay que concentrar el voto en el único partido que puede frenar a la derecha», dijo.

Pablo Casado, mientras, se felicitaba de que a él nadie le preguntara si pensaba entenderse con el PSOE. «Somos los únicos que no hemos pactado con Sánchez», señaló, riendo y tendiendo la mano a Rivera. Este recogió el guante, sin negar que en esa hipotética alianza con el PP también pueda tener un papel Vox. J. RUIZ SIERRA