Los resultados electorales del pasado domingo sitúan a Compromís en una posición de debilidad a la hora de negociar su entrada en los gobiernos de algunos de los ayuntamientos más importantes de la provincia y de participar de forma activa en el cambio que se producirá en la Diputación. No es solo que los nacionalistas hayan sufrido una caída de casi 8.000 votos en Castellón, sino también que los socialistas han ido al alza y, sobre todo, que estos tienen la sartén por el mango para optar por gobernar en solitario o alcanzar acuerdos con Ciudadanos, que cuenta con dos importantes ases en la manga para negociar como son Benicàssim y Orpesa.

Con esta situación, en los diferentes partidos se ha abierto un tiempo de espera que cada cual gestiona como quiere... o como puede. En el caso de Compromís, el problema es que sus dirigentes no tienen armas electorales para presionar a los que hasta ahora han sido sus socios preferentes. El único argumento es la reivindicación de los cuatro años gestionando juntos ayuntamientos como el caso de Castelló, Burriana o Almassora, entre otros.

Por ahora, y pese a ser conscientes de que están en manos del PSPV, los nacionalistas insistieron ayer en esta defensa de los acuerdos de progreso. Su todavía diputado provincial, Pau Ferrando, que aspira a revalidar el acta, mostró en declaraciones a este diario su «disposición a colaborar» en la transformación de «una institución en la que hay mucho trabajo por hacer y muchas inercias con las que acabar». «Creemos que en la Diputación hay que construir un proyecto progresista», añadió, aunque reconoció que la iniciativa debe partir de las filas socialistas.

DISTINTAS ESTRATEGIAS

Sabedores de que su posición negociadora es mucho más cómoda y que en la mayoría de casos pueden escoger la fórmula que más les convenga, en el PSOE tampoco parecen tener prisa por mover fichas. A lo sumo, algunos alcaldes como José Benlloch (Vila-real), Merche Galí (Almassora) o Tania Baños (la Vall d’Uixó) ofrecen a Compromís entrar en sus ejecutivos con nuevas condiciones, lo cual también puede ser una forma de presión. En cambio, en Castelló Amparo Marco se muestra mucho más ambigua en sus declaraciones públicas y se limita a reivindicar su autonomía para definir el futuro ejecutivo local.

Y ello, sin olvidar que lo que ocurre en la provincia tiene su réplica del contexto autonómico, en especial en una negociación entre Compromís y el PSVP en València, que ayer se tensó sin ni siquiera haber entrado aún a hablar de programa.

En Compromís, que en privado reconoce estar «todavía en shock» tras el 26-M, ya hay quien lee los resultados en clave de retirada temporal y opta por realizar una oposición «valencianista y de izquierdas» al PSPV en ayuntamientos como Almassora.