Acabaron los plazos. En la noche de este viernes se cerró la campaña más larga, la de unaselecciones municipales y europeas celebradas sobre autonómicas y generales, sin paréntesis, con solo cuatro semanas de por medio, y también un periodo de trabajo político marcado por un perfil bajo, sin pena ni gloria, que termina con la convicción generalizada de que la movilización del 28-A no se repetirá, y de que habrá una mayor abstención cuyos efectos solo son previsibles en una medida limitada, en un contexto en el que las incógnitas mandan y el color de los gobiernos locales dependerá en muchos casos de apenas un puñado de votos.

Sin líderes nacionales

Llega una jornada de reflexión en la que echar la vista atrás implica constatar que la hora de los ayuntamientos no ha merecido en Castellón la atención de los grandes líderes de ningún partido, más allá de la presencia de algunos históricos socialistas en actos solo relativamente multitudinarios, como el mitin de José Benlloch en Vila-real con José Bono como respaldo; el de Tania Baños en la Vall, acompañada de Odón Elorza, o la visita de Patxi López a Nules y Vinaròs.

El trabajo ha sido puerta a puerta, con multitud de pequeños actos que apenas han movilizado a unos cuantos convencidos o a otros cuantos vecinos. En partidos en los que la marca nacional es el valor clave, como el caso de Podem, la ausencia de público en sus eventos electorales ha sido más que flagrante.

Ha sido una campaña de actos sin gente, sin líderes --el intento de la socialista Amparo Marco con el respaldo de la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo se vio frustrado por el fallecimiento de Alfredo Pérez Rubalcaba--, en la que los esfuerzos de los partidos se han dirigido sin excepción, aunque con mayor o menor intensidad, hacia la publicación de mensajes/promesas en los medios de comunicación y en las distintas redes sociales.

El resultado final, eso sí con debates a cinco bandas --PSPV, PP, Compromís, Ciudadanos y Podem por el medio, como el organizado por Televisión de Castellón Mediterráneo-- es la incapacidad para movilizar al electorado y de poner las elecciones en la agenda de los castellonenses como una cita marcada con el asterisco de la prioridad.

La desmovilización

Nadie parece tener claro casi nada en unos comicios que son aún más abiertos incluso que los anteriores, al entrar en escena los múltiples matices locales, pero sí se espera una abstención mucho mayor, con la incógnita de hasta donde llegará. Lo que sí es una previsión es que afectará a la baja por los flancos a Vox y Podem, que con su tirón nacional, tuvieron más votos en las generales que en las autonómicas.

La izquierda también teme una baja participación en no pocas poblaciones clave castellonenses, toda vez que el temor a la ultraderecha, a Vox, se ha desactivado o, como mínimo, no tiene el peso que tuvo en la previa al 28-A y, en el caso del PSPV, una eventual confianza en la tendencia a crecer de los socialistas podría dejar a más votantes en casa.

Un tablero sobrecargado

Y es que los tiempos están cambiando. Con más de 400 candidaturas registradas en los 135 pueblos de Castellón, encabezadas en más de un tercio por mujeres, son 45 marcas las que han presentado listas y, de ellas, ya no son cuatro o cinco las que tienen opciones, como ocurrió en el 2015, sino que la irrupción de Vox añade madera al fuego político y los bloques de izquierdas y derechas --con PP y PSPV a la cabeza-- viven una batalla política intensa y con márgenes muy ajustados para la victoria en no pocas poblaciones grandes de la provincia, pero también en la codiciada Diputación, de la que el popular Javier Moliner se despide en semanas por la puerta grande.

El Castellón vacío

En el caso del gobierno provincial va a ser precisamente el Castellón vacío el que decida quien se sentará en el sillón presidencial de la plaza de las Aulas. Partidos judiciales --esa suerte de nueve circunscripciones en las que se divide la provincia para decidir la Diputación-- como los de Segorbe, Sant Mateu, Llucena e incluso Viver, todos en el interior menos poblado, serán los que decanten la balanza hacia unos u otros. Entre los argumentos esgrimidos para captar el voto en una campaña en la que apenas han hecho ruido la gravísima crisis interna de Ciudadanos en Castelló; la denuncia a Benlloch por las tascas de Vila-real, o las lamentables pintadas en contra de la alcaldable popular Begoña Carrasco, no han faltado los mensajes en defensa de tradiciones como el bou al carrer, con gran predicamento en el interior, precisamente.

La suerte está echada

En todo caso, la suerte está echada sin vuelta atrás, con un PSPV en alza, un PP en horas muy bajas, que podría dar la sorpresa en algunas poblaciones; y un Compromís con mayor penetración local; mientras Vox y Podem tendrán un peso relativo, con menos de diez candidaturas; y Ciudadanos cuenta con su marca y más listas. Tampoco hay marcha atrás para las elecciones europeas, las grandes olvidadas por los partidos, salvo un par de guiños de PSPV y Ciudadano, aún cuando Bruselas es crucial para Castellón.