Día con estrenos en muchas corporaciones de la provincia y también de confirmarse el poder que las urnas otorgaron a las distintas formaciones políticas el pasado 26 de mayo. Atrás quedan largas jornadas de negociaciones --en 19 municipios--, incluso alguna hasta minutos antes de los plenos de investidura. Y lo cierto es que hay muy pocas sorpresas.

El bipartidismo vuelve a acentuarse porque las agrupaciones minoritarias perdieron peso en las urnas. De las 135 alcaldías de la provincia, 64 están en manos del PP y 53 del PSPV. Pero son los socialistas quienes obtienen la mejor ración de la tarta municipal. Tanto que de los 20 municipios más poblados de Castellón, 11 tendrán alcalde socialista por seis de los populares, dos serán para Compromís y Nules para la formación de David García (CeN). Y el bocado que más duele a la formación de la gaviota se consumará el próximo día 29 con la pérdida de la Diputación, que en los últimos cuatro años ha sido el verdadero centro de poder como contrapeso a las alcaldías más preciadas de la provincia.

En la capital todo quedó ultimado la noche anterior. Amparo Marco es dueña y señora de la situación. Los diez ediles que le otorgó la ciudadanía así lo dicen. La alianza de progreso con Compromís y Podem-CSeM-EU allana el camino para sacar adelante los proyectos que la alcaldesa socialista se proponga. Estos cuatro años han servido para engrasar la maquinaria de gobernar a través de pactos y, ahora que todos se conocen mejor, es el momento de profundizar en aquello que resulta prioritario para Castelló y perder menos tiempo en batallas que no son de provecho.

LUCES Y SOMBRAS // Aunque el PSPV pierde las alcaldías de Onda y Segorbe, recupera Vinaròs y no tiene la necesidad de ceder dos años la vara a Compromís en Almassora y l’Alcora. Además, se estrena en una plaza soñada como Orpesa, donde compartirá los cuatro años con Ciudadanos.

Al PP le queda un sabor agridulce porque el 26-M se llevó el júbilo en Onda y Segorbe, pero ayer tuvo que contemplar la pérdida de Orpesa y estuvo cerca de pasar lo mismo con Benicàssim, situación que a última hora evitó el mando a distancia de Toni Cantó (Cs) desde València.

Compromís sufre en sus propias carnes unos resultados muy poco satisfactorios. Su premio de consolación llega de la mano de ese huracán que es Alfred Remolar en Betxí y con la alcaldía de Borriol, donde todo indica que tendrá serias dificultades para gobernar. De otros municipios importantes, solo tendrá responsabilidades en Castelló, Burriana, Almassora y la Vall. Muy poco.

Ciudadanos aspiraba a muchísimo más. Ostentará dos años la alcaldía de Orpesa y dirigirá varias concejalías en Benicàssim, al margen de gobernar un año Castellnovo. Casi testimonial.

Y, por último, Podemos se llevó la gran decepción en las urnas, que ayer quedó bien patente en la jornada de investiduras. El partido morado --o sus distintos aliados locales-- solo serán visibles en Castelló y Vinaròs. Calderilla.

A GOBERNAR // El mapa provincial ya tiene distribuidos sus colores. Ahora es la hora de los alcaldes, los ediles que forman sus equipos de gobierno y aquellos que tendrán la misión de fiscalizar su labor desde la oposición.

Castellón ha optado, una vez más, por la moderación. La misma que quiere la ciudadanía para que la acción de los 135 alcaldes resulte eficaz en la legislatura que se está por delante para tener una provincia cada día mejor.