Escoltado por un cordón de la Ertzaintza, Albert Rivera puso ayer el colofón a su campaña de mítines en feudos del independentismo radical con un acto, precisamente, en Miravalles (Vizcaya), el pueblo de Josu Ternera. Allí reprochó al vecindario el homenaje del pasado sábado al dirigente histórico de ETA, detenido en Francia.

La primera propuesta de ley que llevará Ciudadanos al Congreso será «para que el homenaje que se hizo aquí a Ternera sea el último homenaje a un terrorista», prometió Rivera en el frontón de Miravalles, en un acto convocado como «homenaje a las víctimas del terrorismo».

En Miravalles (Miraballes-Ugao en euskera) nació José Antonio Urrutikoetxea, Josu Ternera. Rompiendo un cartel con el retrato del terrorista, Rivera hizo una de las escenificaciones con las que últimamente quiere reforzar sus mensajes. El líder de Cs recordó el atentado de la casa-cuartel de Zaragoza en 1987, clamando a los habitantes de Miravalles: «Hay que ser una bestia para mandar matar a niños en un cuartel de la Guardia Civil. Eso es lo que hacía vuestro vecino».

El estruendo de una sirena de alarma perturbó el acto, haciendo casi inaudible una petición en euskera y castellano de la eurodiputada y candidata de Cs Maite Pagazaurtundua, para un minuto de silencio por las víctimas de ETA.

Ante la convocatoria de Cs, un grupo de vecinos aberzales se había reunido un día antes para decidir cómo responder ante «una provocación» para «alterar la paz y convivencia». Tras la asamblea, habían emitido un «bando popular» que repartieron en comercios y bares.

El papel llamaba a una concentración en la Plaza del Ayuntamiento para «dar la espalda» a los seguidores de Albert Rivera, a que tiendas y casas bajasen persianas y exhibieran ikurriñas, y a caceroladas desde los balcones. Trescientas personas secundaron el rechazo. «No nos callásteis a tiros, y no nos vais a callar con sirenas -clamó Rivera con el estruendo de fondo-. Vamos a venir siempre que queramos».

Ciudadanos solo ha podido presentar listas en nueve municipios vascos, pero su mensaje de ayer no es de ámbito local. El acto de Miravalles es continuación de una línea de impactos mediáticos en enclaves muy independentistas, comenzada el 4 de noviembre en Alsasua (Navarra) y continuada el 15 de abril en Rentería (Guipúzcoa), siempre con ruidosas protestas aberzales. «Hay lugares donde la libertad está aún amenazada -dijo Rivera-. Que intenten impedir la libertad de expresión como están haciendo hoy los totalitarios, es una prueba de que hay que ir a todos los lugares de España».

Acompañaban a Rivera y Pagazaurtundua su secretario de organización, José Manuel Villegas, el exabogado del Estado Edmundo Bal y el exdirector general de la Policía Joan Mesquida. El presidente del PNV, Andoni Ortuzar, declaró ayer que el acto le parece «una indignidad». La comitiva de Ciudadanos se encontró la entrada del frontón llena de lazos amarillos. En la estación de tren del pueblo, una pancarta decía: «No sois bienvenidos». Tras el mitin, un grupo de aberzales simuló la limpieza de las calles por las que pasó Rivera. Se hacían llamar «brigada antifascista».