Apenas 36 horas después de que las urnas confirmaran que el popular Javier Moliner no tendrá un sucesor de igual signo político para presidir la Diputación, las primeras palabras de quien ha dirigido la institución durante los últimos ocho años fueron ayer para felicitar a todos los concejales y alcaldes electos, y también al Partido Socialista.

Moliner abrió con este mensaje un brevísimo pleno, el último ordinario de la legislatura, cuyo contenido se centró en asuntos de gestión en sentido estricto, y tras el que no quiso valorar los resultados electorales --como viene haciendo desde que anunció que dejaría la política después del 26-M--, pero sí lanzó un aviso a su partido, el PP, al señalar que «lo que hay que hacer es entender el mensaje y ponerse a trabajar».

Admitió que «lógicamente» le hubiera gustado ceder el testigo a un compañero de formación, pero que respeta «absolutamente» la decisión de los ciudadanos, para añadir que entiende que «hay un encargo realizado al PSOE para formar gobierno de cara a la próxima corporación».

LA POLÍTICA QUEDA ATRÁS

En cuanto a su decisión de abandonar la política, Moliner ratificó su propósito en este sentido, para señalar que va a cerrar su etapa en la vida pública «haciendo el trabajo bien hasta el último minuto y ayudar a los que lleguen para que encuentren el camino lo más allanado posible», para dedicarse a continuación a «trabajar y a buscar otras oportunidades como cualquier ciudadano».

A preguntas sobre un eventual regreso a la política en un futuro, fue claro al asegurar: «Si uno quiere quedarse, no se va, se queda, y más si puede elegir el sitio como era en mi caso».

En todo caso, el presidente saliente de la Diputación apuntó que quien asuma la responsabilidad de ocupar la presidencia, va a contar con él para «colaborar, y tener un traspaso de poderes ejemplar», así como indicó que había trasladado al portavoz del grupo socialista, Santi Pérez, la «absoluta predisposición de esta Presidencia para hacer un traspaso de poderes en la línea de la elegancia, la ejemplaridad, la máxima predisposición al consenso y en poner en la mesa todo aquello que sirva para que el rédito que el trabajo que hace esta casa no tenga por qué resentirse».

Aunque relegó su despedida hasta el pleno extraordinario que se celebrará para aprobar el acta de la sesión de ayer, sí destacó que se cerrara el periodo ordinario en un ambiente «de consenso», mientras que en su intervención inicial recordó que los ediles y los alcaldes de las 135 poblaciones castellonenses son «la razón de ser» de la Diputación provincial. Quiso también dar un «valor incalculable» al elevado número de candidaturas presentadas a los comicios del pasado domingo, «con nombres de ciudadanos castellonenses dispuestos a trabajar con el objetivo de mejorar sus pueblos», algo especialmente importante, puso de manifiesto, «en un momento de descrédito en la política como este».