Castellón es una provincia que suele sorprender a quien la ve desde fuera. A una capacidad notable de su tejido productivo para la innovación y la exportación le acompaña, sin que eso sea una contradicción, un fuerte apego a las tradiciones. Hasta ahí nada nuevo. No obstante, en estas elecciones sí se detecta un mayor peso de los discursos que loan las costumbres y el folclore, hasta el punto de convertirlo en un eje de la campaña, especialmente entre los partidos del bloque de derechas, aunque no únicamente. En otros casos ocurre lo contrario, pues por ejemplo el caso de los bous al carrer divide a partidos como Compromís, por lo que algunos de sus dirigentes tratan de pasar de puntillas para evitar que una opinión impopular les pueda pasar factura en las urnas.

En la nueva centralidad de las tradiciones en los discursos políticos tiene mucho que ver la irrupción de Vox, un partido que en las últimas autonómicas ya movilizó a más de 32.000 votantes en la provincia y logró dos diputados en Les Corts. La formación de Santiago Abascal se convirtió en la quinta más votada con un argumentario muy centrado en cuestiones morales e inmateriales. El líder del partido de extrema derecha, que estuvo en la feria taurina de la pasada Magdalena, pidió el voto en un mitin en València no ya de los desencantados del PP, que también, sino de aquellos socialistas «que cazan, que van a los toros o a Semana Santa» y que pudieran sentirse «traicionados» por su partido.

PP y Ciudadanos reaccionan

La irrupción de Vox en las autonómicas y las generales ha obligado a sus dos competidores por el voto conservador, PP y Ciudadanos, a reaccionar, y uno de los aspectos en los que se detecta un reforzamiento de los mensajes es precisamente el de los valores. En los populares, su presidente provincial, Miguel Barrachina, ya hizo una apelación al voto útil en la precampaña al definir a su partido como «el valor seguro para defender las tradiciones, costumbres y la identidad que hace únicos a los castellonenses dentro de un proyecto común llamado España».

Además, en los primeros días de campaña se han sucedido los actos en los que se reivindicaban «los símbolos de Almassora» (María Tormo, candidata popular), los actos taurinos (Juan Fuster, alcaldable del PP en Burriana) o los productos agrícolas de proximidad frente a las importaciones (María Jesús Sanchis, de Ciudadanos Burriana). Y, como la campaña también se juega en redes, la candidata naranja de Cibur, Mariola Aguilera, se encargaba de evidenciar en Facebook que la candidatura de Podem en la localidad se oponía a que el Ayuntamiento contribuya con las peñas en la compra de toros.

La izquierda, dividida

En el bloque de izquierdas las posiciones están divididas en tres opciones graduales. Mientras el PSPV se ha erigido en los últimos años en un defensor sin fisura alguna de las tradicionales más arraigadas en la provincia (bous al carrer, parany, caza e identidad, pero también asistencia a actos religiosos), Compromís ha tenido una posición más matizada, lo que ha provocado fricciones en el ámbito municipal entre ambos. Ahí está la polémica que hubo en Almassora sobre si el himno de España tenía que sonar en las procesiones, pero con los toros Galí y Nicolau no tienen problema. En cuanto a Podemos, su postura es reticente a las celebraciones taurinas y totalmente tajante en la negativa a que estos cuesten dinero a las arcas públicas.

Los toros y Compromís

El caso de Compromís y los bous merece un capítulo aparte por su complejidad. La dirección del partido y alcaldes y concejales en Valencia tienen una postura distante al respecto, cuando no beligerante. Ahí están las prohibiciones de festejos taurinos en municipios como Tavernes de Valldigna, Alzira o Cullera, entre otros, o las declaraciones de la vicepresidenta Oltra diciendo que los toros le gustaban «en la pradera». No obstante, conscientes de que este tipo de posturas penalizan en Castellón, el apoyo del municipalismo castellonense de Compromís a este tipo de celebraciones es casi unánime.

Eso sí, en casos como l’Alcora, su candidato en el 2015, un Víctor Garcia que fue alcalde durante dos años, se presenta esta vez a los comicios bajo una nueva marca, Més l’Alcora. La candidatura está avalada por la coalición nacionalista, pero el hecho de ocultar las siglas con el argumento de aumentar la base social no se entiende sin la polémica postura de Compromís sobre los toros.