La cerámica, además de usarse para recubrir espacios arquitectónicos, también servirá para depurar las aguas residuales. Ese es el reto en el que está trabajando la empresa Facsa, especializada en la gestión del ciclo integral del agua, que lidera el proyecto europeo Remeb, y en el que participa el ITC, junto a entidades y organismos de siete países de la Unión Europea, con la colaboración de la firma de Onda Natucer.

El objetivo es la obtención de membranas cerámicas capaces de reemplazar las de polímeros que ahora se están utilizando y que tienen un altísimo coste, al tiempo que muy poca durabilidad. Unos filtros low cost que, gracias a la investigación que se está llevando a cabo, permitirán purificar el agua en las depuradoras y que sea reutilizada para el riego.

La iniciativa fue presentada por primera vez en sociedad en la sede de Natucer por sus protagonistas en España, justo cuando se ha llegado al ecuador de la investigación, que finalizará en diciembre del 2018, tras año y medio de trabajo. La idea y el resultado es de tal trascendencia que la Unión Europea lo financia, con 2,361 millones de euros, a través del exclusivo programa Horizonte 2020. «Todavía no tenemos cuantificado cuánto supondrá en ahorro de costes, pero será muchísimos menos que las membranas poliméricas que ahora estamos utilizando... podría ser dos o tres veces más económico», indicó ayer Juan Antonio Llopis, responsable del área de saneamiento y depuración de Facsa.

El proyecto va a entrar en fase de validación, en una depuradora de Facsa en la provincia de Murcia. El objetivo es extender el modelo «a toda España» y, por qué no, «a todo el mundo», dado que la problemática es similar.

El catedrático e investigador de la Universitat Jaume I y del Instituto de Tecnología Cerámica (ITC), Enrique Sánchez, destacó que la consecución de las piezas cerámicas permitirá abrir «alternativas a los materiales cerámicos y la diversificación de los productos», y subrayó que el agua depurada que se obtiene después el filtrado con el nuevo sistema «es de una calidad excelente».

Y el director técnico de Natucer, Javier Rubert, destacó «el arduo proceso» que ha supuesto la obtención de las piezas --eso sí, extruídas, es decir, porosas-- dado que no existían, pero defendió que el modelo es factible llevarlo «al proceso de producción» y «exportable» a todo el mundo.